Me estoy adueñando de un presente que no poseo, de un futuro
que idealizo y que traigo encarnizado al hoy, y al ahora.
Me apropio de personas, ocasiones, momentos, lugares,
emociones que no son mías, siquiera las podría vivir por falta de personas que
interpelen las tórridas actuaciones de mis personajes en escena…
Me adueño de vaticinios que Dios todavía ni ha concebido,
pero así también sigo esperando, sentada en acción por todo esto y mucho más
porque sé que es mío, sé que ocurrirá, y tengo ganas de que acontezca lo antes posible,
que el tiempo burle sus propias barreras y que por mí, cree una excepción, por
ser yo de quién se trata, que se desdoble hasta el punto del clímax vital y me
muestre los enigmas de los que soy estudiosa y obsesiva, que me diga: tú, si
todo esto es tuyo, no te preocupes que será tuyo, ten paciencia. Pero es justamente de lo que carezco por el miedo que
engendro cada que vuelvo a pensar en todos aquellos que he convertido en parte
ya de mi vida vivida a velocidad mortal.
Me he adueñado incluso de los hijos que no he parido, pero
que retozan a mi lado y entre mis brazos a la noche, que lloran en mi ausencia
y cuando llego se calman y buscan mi pecho sereno y protector.
Soy propietaria del amor más grande que Zeus pudo sentir,
mas sigue en custodia latente por falta de acreedor que para mí tiene nombre y
apellido, edad y residencia, altura y ojos verdes, pero que aún no logro
encontrar, pues está lejos, pero como ya deje en claro que esta plantado en mi
destino. Quizás mañana, quizás este mes, el siguiente, en un año, dos o tres,
lo llamaré y besaré sus labios y desataré con él las quimeras de mis sueños
infantiles que involucran a una princesa, un príncipe, un par de anillos y un
“vivieron felices para siempre”
Todas mis canciones tendrán sentido entonces, al igual que
los poemas, cuentos y la espera interminable que he tenido que sobrellevar sola, en las sombras y todo
porque todo tiene que ser sencillamente perfecto.
Pronto compartiré mis noches frías, y tendrán sentido
aquellos momentos en que dejaba un lugar sin ocupar, porque al igual que todo,
tiene dueño, y quien soy yo, para profana lo que por derecho le pertenece.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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