Y la sapiencia irascible de vivir una fantasía inexistente,
De la condena perpetua de mantenerme callada, triste y sola,
Y él distante, alejado, frío, inquisitivo,
Y de vez en cuando, lanza una mirada, una sonrisa,
Y con eso basta para fijar mis esperanzas,
Para volverme loca y desatarme.
Me toma por prisionera
yo lo dejo:
Prisionera de sus ojos, guardián de sus secretos,
Amante de su boca, pese a todo, en fantasía...
Nada es como debería ser, y las ilusiones se expanden
Más allá del estrato basal, donde deberían estar para
siempre enraizadas.
Y luego silencio, luego la noche, y la noche viene sola,
Sin rastros de él y cuando amanece y el frio se escarcha,
El aliento se congela, aparecen los recuerdos de una agitada
Y fatídica pesadilla, donde se consumen los cuerpos
De los amantes clandestinos y se empieza a vivir el día
Con cosquillas en el estómago, pensando, imaginando,
Suplicándole al destino, por favor, una mera parte se llegue a concretar,
Y cuando se ve, como un cazador observa a su presa, no hay
palabras,
No hay miradas, nunca existieron los besos.
Murió Cupido y nos dejó en el limbo,
En una cercanía tan, pero tan distante, que llora Dios
Y nosotros en las esquinas del mundo, buscando las aristas
en un círculo vicioso,
Un circulo imaginario,
un circulo que no existe, un circulo que yo invente…
Para poder intentar dormir y si rezo mucho, y agoto mis
fuerzas,
Quizás se apiade de mí, quien sea que este manipulando esto,
Y algún día sabré que este mismo día, él amaneció con mi
nombre en sus labios,
Y se dio cuenta, de que había que empezar el juego: había
que tratar de conquistar.
ESCRITO POR : FRANCISCA KITTSTEINER