martes, 24 de febrero de 2015

GRANADINA Y DESEO

Se siente el revoloteo de Cupido embriagado en el perfume de un sábado en la noche, porque ha decidido dar rienda suelta a los besos que mantiene enclaustrados, depositándolos en mis labios dulcificados por lo lascivo del momento, la música cómplice y el brillo tenue de una luna en menguante.
La caterva parece distante y casi inexistente como si no se dieran cuanta del misterio que guarda un coqueteo fugaz por sobre la mesa del tabaco. Y de pronto, ya no hay nadie, solo yo, el humo y la barrera que nunca debí cruzar: la perdición caótica de mi voluntad en esa boca maquiavélica transformada en causa de todos mis males, la condena del alma al averno, por pecar a conciencia y querer volver a repetirlo.
El silencio abunda en la penumbra, interrumpido por los suspiros erotizados extinguidos en mi pecho encadenado ahora, al suyo.

Ya no hay tiempo que valga, es como si me hubiera quedado estancada en el instante en que tras una cortina de humo estaba escondido el comienzo del fin. 
No importa nada, no hay interrupciones, siquiera la amenaza del mañana puede hacernos cambiar de parecer. Estamos a medio paso del vacío y saltamos juntos. Las manos buscan caminos inventados, que nadie ha transitado, los besos descienden conforme se agotan los labios fatigados, exorcizándolos al cuello, tan perversos como el menester de seguir afanando en lo vetado del asunto..

Comienza la gala de mariposas nacientes y fulminantes en el estomago, los colores se suben al rostro y la pseudo alegría es infinita, aunque hay un pensamiento en mi cabeza: qué estamos haciendo... Sin embargo, no hay respuesta…solo un desfiladero de besos taciturnos, inquisidores, deseados y acumulados en el tiempo… no puede haber una mejor respuesta que la que no ha engendrado todavía pero, se agota todo, se cierra el telón, se van los actores, ya no hay abrazos, el dulzor se transforma en hiel, la gente reaparece en escena, Cupido ha reaccionado, el vino se desnaturalizó, se disipa el humo, vuelve la cordura, hay que irse, la noche comienza a dar destellos de su muerte y el capítulo queda sin concluir…Si tan solo cinco minutos fueran eternos o se dividieran en constantes mitosis, de seguro seguiría prendada de su cuello, bebiendo vino de sus labios que quedaron con gusto a los míos: algo entre tabaco, menta, granadina, deseo y perdición.




ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

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- Franykityzado por Klaus, ©2009.