miércoles, 31 de agosto de 2016

YO TE ESPERO




Arriba a mis sueños, yo te espero.

Disipa la bruma levantada en las mañanas cuando el mar llora la pérdida del cielo y  muéstrame la gracia de tus ojos magníficos al despertar.

Cántame despacio, pero al oído para que se acurruquen mis anhelos junto a tus ganas, contándome entre suspiros los pesares en tu pecho por tanto tiempo ajeno al mío. No desesperes, pues todo pronto cobrará sentido. Te lo prometo.

Ven y llena el espacio vacío en mis brazos suspensivos, expulsando al entumecimiento a las lejanías olvidadas de la mano de Dios. 
En un comienzo las disestecias con sus cosquillas, entretienen y hasta son placenteras, pero de golpe, aparece la laceración dolorosa de miles de agujas clavando las profundidades de la piel repleta de ausencias...Ausencias...
Ausencia es lo que hay en esas miradas azarosas que me lanzas de vez en cuando, sin percatarme de tu presencia al alcance (¡Blasfemia! Siempre sé cuando estás, pese a no verte.)  Me duele tu nombre y pronunciarlo sólo para recordar su retumbancia, como obligándome a no olvidar. 


Arriba a mis sueños, yo te espero.


Llévate la oscuridad oculta a plena vista cuando el sol muere una vez más y pon en cambio, luz al sonreírme, para siempre en las mañanas y en las noches para espantarme los demonios voluntariosos en rondar por esta casa, a sabiendas que no son bienvenidos. Sonríeme para aprender a vivir.

Abrázame cuando tengas miedo. Abrázame cuando seas valiente. Abrázame al extrañarme y cuando ya no quieras verme. No dejes de abrazarme, ni siquiera cuando te lo pido. Permite enraizarme contigo, formar cimientos bajo tu amparo albergando ilusiones menesterosas de confesión, suplicantes de conocer lo que me pasa cada que te veo.  

Déjame ser vulnerable. 
Ya no quiero comandar al mundo, sino permanecer acurrucada en tus labios,  hasta adormecerme después de safisfacer la cuota de besos del día. Ese será mi nuevo mundo por conquistar.
 Ya no quiero ser fuerte. Cuesta mucho serlo (aparentarlo) y llevo demasiado tiempo en lo mismo. Siempre a  la defensiva por si algo decidiera cambiar, por si decidieras volver y yo haya bajado los brazos... Tal vez, no tienes intenciones de saber de estos huesos roidos de libertadad y yo como imbécil, creyendo que cualquier día regresarás a mí ...  

Ya no quiero ser estoica, y  déjame descansar en el lugar más mezquino de las probabilidades: En algún recodo de tu corazón.

Arriba a mis sueños, yo te espero. 



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

EL FAMOSO JUEGO



Te esperé porque quise esperarte, mientas el café se convertía en hielo y el humo empezaba a disiparse, a sabiendas que no llegarías porque quizás qué excusa, pero no llegarías.
Te esperé porque lo único que tenía por perder era el tiempo, lo que nunca supe es que el tiempo traía de polizón al amor y  a medida que el día se extinguía, el amor pataleaba por un poco de expiación, arrepintiéndose a último minuto de haber apostado a perder.
Te esperé porque pensé que el haber movilizado al mundo entero con tal de que el tuyo cobrara sentido, tendría algo de valor para ti, pero no, simplemente te facilitaron las cosas y no diste ni siquiera las gracias.
Si quieres una amiga, desisto de tu oferta, porque no se puede concebir una amistad cuando en el pecho arde un hoguera tan grande que es capaz de alumbrar a toda la cuidad, ni menos cuando, por tu causa, puse en riesgo otras tantas amistades.
Si quieres jugar, perfecto, pero yo nunca pierdo. 

Te esperé porque quise creer que te gustaba algo más de mí que todo el conocimiento que traigo. Sin embargo, no tienes idea de lo oscuro que puede llegar a ser; si quieres saber qué sé: sé destruir conciencias y muy bien, al punto de no mover un dedo y cobrar tu vida con solo parpadear.

Te quise, pese a todos los intentos del destino de hacerme desistir, mas, te quise igual, y porque te quise, me quedé aquí esperando.
Y ahora entiendo que no era menester, sino una fantasía, por esa extraña necesidad de competir…Siempre competir: No podía imaginarte en ningunos otros brazos, sino los míos

Te quise porque me hiciste quererte o me vas a decir que nunca fue tu intención representar tal galantería cada que veías mi figura por la puerta principal, o que no se te acelera el corazón cuando, a lo lejos, oías el retumbar de mis tacones.


Pero ya no…Sí te esperé, sí te quise, sí movilicé al mundo, sí soy siniestra por dentro, así que desenfunda tus mejores armas, pues el juego acaba de empezar.



ESCRITORIO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

A QUIÉN CORRESPONDA. CARTA N°2

¿Cuándo volverás? Siguen pasando los años y el futuro que alguna vez imaginamos, no parece llegar ¿Cuándo volverás? Porque esta princesa permanece en la torre esperado el regreso de su caballero gallardo y de esperanzas poco le ven quedando. ¿Cuándo volverás? Que aquí te espero. Te sigo esperando con el corazón como ofrenda para que te decidas quedar. Te entrego mis escasas horas de sueño para velar el tuyo a cambio de verte a mi lado el resto de los años que aún tenemos por gastar, pero juntos, los dos, como debió ser desde un principio: tuya y mío.

Aquí, postro mis ilusiones a tus pies, porque si no las quieres, destrúyelas pronto y no vuelvas a hablarme, pero si las quieres, no las maltrates, pues llevan mucho tiempo guardadas solo para ti que ya casi les cuesta respirar. Las entrego a su dueño.  ¿Cuándo vendrás?

Las noches se hicieron tormentosas desde que no tuve tus manos entrelazadas con las mías para poder caminar sin rumbo por las calles de la cuidad. Son simplemente noches cargadas de frío y llenas de miedos al traerme entre susurros vaticinios sobre un final sin ti.  Son noches sin sueño y sueño sin dormir, como este amor sin dueño y el dueño que todavía no quiere venir. ¿Cuándo vendrás?
Esta vez, soy solo yo, sin boato ni opalescencia, sin todos los caminos pedregosos de mil porqués, sin escudos ni armas, ni batallón, solo yo la que pide que vuelvas ¡Qué vuelvas a reclamar lo que es tuyo! Conquista mis soberanías y sus colonias. Vuelve aunque sea para saber a qué sabe besarme y a qué se parece una caricia entregada con amor.
Descongela las sábanas del pasado y vivamos felices, esta vez, sin volvernos a separar.

Vuelve y te demostraré mi devoción por ti, porque los años han pasado, sin embargo, sigo con un amor sin envejecer, más maduro, condensado si se quiere, a fuego lento con lágrimas de felicidad por el tiempo compartido y de amargura tras verte partir. Un amor ya no tan joven, sin los prejuicios irracionales que se traen a cuestas cuando se tiene 16.
Vuelve porque te echo de menos y duele mucho no tener noticias de tu nombre.
Vuelve aunque sea para decirme adiós, pero no me dejes en suspenso la vida: arráncamela o déjame vivirla mirando tus ojos.  ¿Cuándo volverás?

Ven  y agita los mares de racionalidad que me atan a la cordura y con eso a la cobardía. Lancémonos al vacío y si hemos de morir que sea riendo: uno al lado del otro, beso contra beso, mi todo por tu todo, mis manos por tus días y mis días por tu sonrisa.
Dime si me extrañas, pues aquí las horas se detuvieron desde que tu sombra desapareció y tu ausencia cada vez pesa más. ¿Piensas en mí como antes? ¿Recuerdas las promesas que nos hicimos? Entonces ¡Por qué no has vuelto! ¿Cuándo vendrás?


EL GATO DISFRAZADO DE RATÓN

Ahora me amenazan las ganas de dejar de recorrer el camino donde transito, abandonar la carrera cuando recién ha sonado la alarma de partida y los competidores me rebasan con creces, dejar de respirar un segundo para quitarme de encima el dolor que implica cargar el peso del mundo sobre estos hombros frágiles decididos a ser los de Atlas.

Hay sensualidad en el aire invitándome a abandonar lo que aún no emprendo, renunciar a mis derechos de cuna y es brillante, tentador como nada más podría serlo.
Lo lascivo del asunto, cautiva mi atención... Pero no. Debo seguir, porque hace frió, no porque tenga ganas, porque es imperativo. Las estrellas se puedan cambiar antes de que se alineen con las desventuras de lo funesto.


El tiempo es corto y la voluntad escasa y hay una voz en mi cabeza obligándome a continuar, aunque mis piernas languidecidas no den un paso más allá para poder cruzar la calle. Hay que hacerlo... Es lo único claro en esos momentos.


Siento como si el cansancio de mil vidas se condensara sobre mí, impidiendo que pueda ver el cielo y la luz hacia la tranquilidad. 
Se me congeló el reloj y me quedé estancada en Abril, no sé porque, pero sigo mirando las nubes pasar formando corazones desfigurados que sólo mis ojos son capaces de ver.
Creo que en alguna parte del trayecto me perdí sin darme cuenta, y ahora debo volver, recorrer los mismos senderos tormentosos, buscar valentía donde no la hay, cerrar los párpados, respirar y seguir, porque de esta forma no puedo... No se debe, no es sano esperar el agotamiento de las horas y lleguen las fechas sin concebir aún. 

Descubrí que soy un gato jugando al ratón porque le dijeron que así debía comportarse para pasar desapercibido entre la caterva, sin embargo, ya es hora de volver a ser el gato...

Perdí el sentido de correlación de lo que escribo.  Hace tanto no daba rienda suelta a mis dedos, que continúo pese a la sapiencia de que es idiota. 
Tal vez, es sólo una forma de alejarme de la realidad... Es mí minuto de relativa libertad, dos segundos donde puedo ser, de verdad, Francisca Kittsteiner, Duquesa de Orleans.

Ahora, luego de escribir porquería, he de volver a la carrera, tomar rumbo desconocido y seguir adelante con el mundo en los brazos, las piernas flageladas, sin ánimos, sin saber dónde voy y porqué elegí este camino, con más dudas de las que ya tenía asimiladas, cansancio ancestral, con el disfraz de ratón y la cara llena de sonrisa, como si aquí nunca ha ocurrido nada...



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

DEPORTE POR LA VIDA

-      

         

--         -  ¡Fran! ¿Vamos a tomarnos un helado a la salida?
-         -  No quiero. Ando sin ánimos de helado hoy. Voy a Ahumada al banco ¿Vamos?
-          - Tengo clase hasta las 8.
-         -  ¡Tan tarde! Ya entonces, nos vemos mañana. Nos hablamos. – Salí de la universidad.

Sí, ese era el plan: ir hasta Ahumada, doblar hacia el sur, llegar a Moneda, devolverse a la casa, o quizás, por las horas, pasar a la misa de la tarde en la Catedral. ¡Hace tanto que no me confieso!

“Cerrado. Horario de atención de 9:00 a 13:30 y de 15:00 a 16:30” ¿Qué hora es? ¡Es una broma!... 5:32…
Por último sirvió para estirar las piernas. Regresemos. ¿Qué habrá al final de Huérfanos? ¿Tiene un final? No puedo creer que viviendo en el centro, no tenga conocimiento de nada fuera de un radio de cuatro cuadras desde el departamento, mal que mal, está todo lo que necesito: La U, el súper, farmacia, Mall, iglesia, banco, esa calle donde venden lanas ¡Helados!

A recorrer se ha dicho, aunque sea por un par de cuadras, si ya se fue la tarde como para hacer otra cosa que no sea perder el tiempo. “Tanderini”…Yo he andado por aquí… Estoy segura… No sé por qué, ni con quién, ni cuándo, pero reconozco mis huellas fosilizadas, escucho ecos de taconeos firmes, replicando en el cemento, trayéndome reminiscencias de días cargados de ocio y risas. Andaba con los zapatos negros, taco aguja ese día. Ya recuerdo.  ¿Y para allá? No he ido para allá, vamos a ver.  “Biblioteca Nacional”. Siempre pensé que estaba en otro mundo, pero nunca tan cerca. ¡Listo! Voy a venir a leer para acá cuando se carguen los días con esencia a Septiembre, para aprovechar el sol de media tarde. ¡Me encanta!
¿Por qué la gente se detiene? ¿Por qué miran hacia arriba? ¿Me doy vuelta o no? Demasiado evidente. ¿Y qué? Hay carros de bomberos estacionados en las esquinas (nunca había visto carros verdes) y un hombre camina en círculos por la azotea de un edificio… Se va a tirar… ¡Ah no! Yo me voy. Muy sádica podré ser, pero ver a un tipo quedar hecho puré en la calle, sobrepasa todo límite. Sigamos mejor.

¿Alameda subiendo o Alameda bajando? Siempre subiendo.

El cerro Santa Lucía. Ya se me olvidó cuando vine. Ha pasado mucho tiempo. No sé por qué cada que lo escucho nombrar suena en mi cabeza “Adiós Santiago querido”. Este año bailo cueca sí o sí, aunque sea sola.
Una cuadra más (Sí, claro.)

Esto ni siquiera lo pasaré a ver. Nunca me gustó este personaje. Lo encuentro sobrevalorado y que tenga un centro cultural (Me suena a comunismo) ratifica mi pensar. Sigamos de largo.
Barrio Lastarria está por aquí cerca ¿Dónde era? Otro día vengo.

Desde lejos podía escuchar la grabación del metro diciendo “Próxima estación: Baquedano. Lugar de combinación con línea uno” mentira, es solo que cuando vi el cartel anunciando la salida del metro, recordé de inmediato la voz. Me cae mal.

Por aquí estaba mi facultad antes….Vicuña Mackenna... Hay un sushi muy bueno ¡Todas las clases de Gestión las pasé ahí! Después iba a firmar la lista.
“Mañana venimos a almorzar al sushi de Vicuña, flaca” enviar mensaje.

¡Oh qué buena canción! ¿Y si me desvió “coincidente y extrañamente” a Bellavista? ¿Qué gracia ir sola? ¡Ninguna! Sigue.

“En algún  punto te tendrás que devolver Fran” Pensaba sin que mis piernas hicieran caso. Estaban en rebeldía y con justa razón. Si tan sólo pudiera leer caminando, no me detendría jamás.

“Chiquillas, si me llega a pasar algo me llevan a la Santa María y piden al Dr. X o a la Alemana y llaman a mi cuñado” Todas mis amigas sabían de la instrucción, lo malo, es que cuando sí pasó algo, tuve que ir solita. Llego a la urgencia, me llaman al tiro y el Dr. X de turno…  “Un interrogatorio sobre la varicela y el bicho que la causa, tratamiento, manejo, consecuencias.” Me dijo este noble facultativo…
-        -   Sí huevón – Le contesté - ¡Tengo 40,5° C de fiebre y quieres que te responda!
-        - ¿Eh? ¿Sí? Empieza a hablar.
-        -  ¿¡Cómo quieres que te responda si estoy en primero!?
-          -Te voy a dejar a la casa si me dices el nombre del bicho por último… Bicho o Metro. Tú decides.
-          -Varicela Zoster. Aciclovir o Valaciclovir. Analgesia y antipirético. Licencia 5 días, renovable hasta que se sequen las vesículas ¿Contento? ¡Touché!
-         - ¡Ah viste! Te apuesto a que lo leíste camino acá.
-         - Te repito Koke, estoy en primero, con suerte sé anatomía de cabeza y cuello.

Menos mal que después no me volví a encontrar en la urgencia con él. De las cosas que se acuerda uno.
¿Y si voy a ver a la Fermina? No tengo ni un atisbo de idea acerca de dónde vive, yo llego ¿Cómo? Misterio. Conociéndola está con el pololo. ¡Me carga!

“Hospital Metropolitano” Tenía que haber venido la semana pasada a buscar muestras para la ayudantía de Anatomía Patológica. Paso de una.
No sé porque a los “cabros chicos” les cuesta tanto “anatopato.” Tomas la muestra, identificas el órgano (Es repetitivo. Las mismas muestras. Hígado, útero, pulmones, vesículas, aortas, próstatas, uno que otro intestino… ¡Oh qué difícil!) Lo describes, te tiras una presunción diagnóstica, entregas la prueba. Listo.  Podría ser Oncóloga, ahora que lo pienso.
No quiero pasar todo el día en un hospital y encerrarme en otro por la tarde… Tengo que tener un par de fotos de cuando cursé ese ramo y de la ayudantía del año pasado. Les paso esas y se las explico. Gracioso como se simplifica la vida.

-          - ¡Fran! ¿Dónde estás? Ya salí de clases ¿Estás en el depa?
-          - ¿Cómo que ya saliste de clases? ¿Wellch los liberó antes? ¿Y la “lata” de las leyes qué? ¿Los derechos y deberes? ¿Las demandas? ¿Qué pasó?
-          - ¿Eh, no? Mira la hora por favor mujer.
-          - ¡Cresta! Estoy afuera del Costanera. Espérame. ¡Maca! Pero si yo te pasé llaves.  Ándate al depa.
-          - ¿Qué haces allá? ¿Con quién te fuiste a juntar cochina? - ¿Por qué juntarse con alguien debe tener connotaciones perversas?... Está proyectando señorita Macarena.
-          - Ando caminando y ando sola, idiota.
-          - Ya se te volvieron a pelar los cables amiga.
-          - No tienes ni idea. Mañana llego al Parque Arauco.
-          - No sé por qué, te creo. Te espero, pero no te vayas a venir caminando.
-          - ¡Cómo se te puede llegar a ocurrir!

Música: listo.
Botella con agua llenita: Lista.
Bufanda porque ya está helando: Lista.
Un dulce de menta: Listo.

Here we go again…. 

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

martes, 30 de agosto de 2016

PAROXISMOS





Paroxismos... De todo paroxismos.... Recuerdos, amores, penas, éxitos, caminos, pesadillas, sueños, vidas pasadas, el invierno, el verano, la oscuridad y el día, Navidad y Año nuevo, ojos, sonrisas, el doppelganger.  Se repite.

Hay un patrón,  como secreciones en pulsos emitidos desde los recodos del universo, detenidos en el estrato basal del origen de la vida: A ti se te asigna tal y cual patrón, con tales y cuales ciclos que, o pueden fluir eternamente o detenerse en cierto punto. El mío sigue fluyendo, pero ya sé lo que viene.

De vez en cuando, un punto de inflexión da un giro en un par de grados a las repeticiones, cosa de despistar, empero es sólo eso, una forma de pasar desapercibido porque cambiar el formato del patron, el que está a cargo del molde, sea quien sea o lo que sea, no lo quiere hacer. Es un trabajo titánico, así que antes correrse la voz, se resuelva el misterio y la fachada del "destino predispuesto" se vaya a la mierda, cambia el cuento, sin embargo en sutilezas.

" Si vas a hacer algo, hay que hacerlo bien desde el principio, sino que no se haga" Siempre lo he dicho y parece que este personaje también.


Diez años se demora el mío en volverse circular. Vamos a mediados del cuarto año (Justo cuando te encontré tiempo atrás. A mediados del cuarto año.) Hasta aquí no ha habido excepción para nada, lo bueno, lo malo, el recambio de personas: Una amigo se va, se forma un amigo nuevo. Un amor se va, un amor renace. Se decide el cambio en lo conocido para lanzarse al azar. Se fantasea con los Príncipes azules de los cuentos infantiles...Sacramentalmente lo mismo.

 Fue un buen año aquel y este no está en desmedro, por eso reviven las esperanzas calcificadas, precisamente por el vaticinio de la recurrencia. Hasta el cáncer recurre, no lo va a hacer la vida. Dos más dos.

La forma y la sospecha de hechos tan familiares y las probabilidades que aumentan con cada letra, llegando muy cerca del 100%, la condición misma del tópico a tratar, y las respuestas inconscientes, ratifican mi teoría.
Quizás, así se puede corregir donde se erró, retornar la vía y absolver los pecados.

 Puede ser una expiación tardía entregada por piedad a las víctimas de este juego. ¿Alguien más se habrá dado cuenta?... ¿Qué pasa si ya sé  lo que viene mañana?...


La gloria y la magestad de transgredir los límites por probar valía, subiendo la vara poco a poco hasta el cielo, porque nunca es suficiente, salen a escena seduciendo a los menesteres pospuestos, alegando su cumplimiento tardío, convirtiendo inestable el piso aunque tan tentador que es inevitable unírseles en el baile con ritmo de cuatro cuartos y la chance de caer.

Mediados del cuarto año... ¿Cuándo  volverás a aparecer? En Octubre o Noviembre, tan segura no estoy, pero por esas fechas fue la última vez. Advierto que, debes decir la primera palabra (De nuevo), porque está condición de enraizarse cuando se tiene que correr con desespero,  no ha desaparecido, menos las suturas de los labios que obligan al mutismo cuando necesito gritar lo que te quiero (¡Por la cresta!).


Tan parecido. Las mismas huellas, más pequeñas y vacilantes, sinuosas a ratos y sin arrepentirse jamás (Mentira. Se aprende con los años), desplegadas en la arena para caminarlas con determinación, sin tortuosidadas, segura de la decisión correcta sin recriminación ulterior.
Quiero ver ojos sinceros guardianes del alma que le hace falta a mí alma, repletos de inocencia amalgamada con perversión en la dosis justa, las brasas del infierno sofocadas con agua bendita. Tan similares los dos...

 En una de esas sigue estacionado entre Octubre y Noviembre de este, el cuarto año y una mitad del tercer ciclo con olor a magia vieja circundante en  el aire y susurros de retorno.

Pon tus cartas en la mesa y empecemos la partida.

Ahora ya sé cómo jugar.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER




lunes, 29 de agosto de 2016

DESCOMPENSACIÓN



Cerré  los ojos, y unas manos empezaron a abrazarme, cubriendome la espalda cuando faltó  el abrigo.

Cerré  los ojos y ya la trenza que traía se había desecho mientras las manos bailaban al rededor de mi cintura buscando despertarme el cansancio. ¡Estoy tan cansada! Pero siguen afanando en encontrar piel al final del camino, mandando a una avanzada en misión  de reconocimiento. Las tierras eran fértiles, listas para colonizar, como si hayan pasado la vida esperando ser conquistadas, aunque sin habitantes. Dejaron preparadas las condiciones y se marcharon quién sabe dónde. Civilización extinta.

Cerré los ojos, los botones estaban en huelga, sin ánimos de trabajar nunca más, así  que liberaron las cadenas impuestas por nadie. Sólo estaban ahí: Oxidándose.
¡Cuánta carga llevaba encima sin saber! ¡Qué  liviano se siente el pecho!
Todavía no me quitaba el disfraz de hospital cuando se desmayó la tozudez, hipnotizando a mis oídos a dejarse caer sobre el edredón. ¿Y si descanso 5 minutos?

Las cortinas corridas, coartando el alcance infame del sol para poder dormir en paz con la sapiencia protectora de esas manos enganchadas como garfios a mis caderas. Sentí el rumor de los ríos corriendo tras el deshielo mutados en cosquillas animosas escoltadas por la vehemencia. Ya sin cadenas, cruzar el río  no sería sinónimo  de ahogarse. Hay que averiguar qué  existe en la rivera contraria. No sé  puede vivir con la duda.

Cerré  los ojos y las vestimentas se desvanecieron con lentitud cuando las manos en jolgorio se atrevieron a quebrar los miedos.  Absorta, casi cayendo en sopor me dejaba guiar alzando los brazos para hacer desaparecer la chaqueta y todo lo debajo. Tantos siglos aguardando y aquí  estoy, languideciendo ante el magnetismo convocado por esas manos. Tan tiernas.

Cerré  los ojos y vi al cielo resplandecer,  ángeles cantando y demonios siendo absueltos, las maravillas de la vida después de la muerte y El Paraíso del que fue expulsada la humanidad, sin embargo,  el éxodo merecía la pena al traernos hasta acá.  Tantos años desperdiciados por cobarde y en el cielo a nadie le importa la reberberancia del deseo satisfecho.

Cerré  los ojos y volví a enamorarme del mismo par de candiles oscuros que derramaban bombas de adoración. Siempre imaginé quedarme en sus brazos, pero las fantasías eran reducidas a una alpargata al lado del hecho de haber encontrado refugio. Ya luego de apoderarme del espacio entre su cuello y su brazo, encontré  rastros de lejanía, polvo y telarañas por permanecer pendiente de la llegada de ésta mujer que nunca llegó, hasta ahora.  Era mío. Se había  puesto la última  pieza del rompecabezas. Se movió la Reina. Jaque mate.

- ¡Mujer despierta! - Oí  un grito muy cerca acompañado de una sacudida en cataclismo.
- ¿¡Qué  pasó!? -Estaba confundida.
- ¡Se descompensó el de la 5! ¡Vamos! ¡Entra en paro! ¡Vamos!

Cerré  los ojos, sí, pero sobre el teclado del computador puesto en la unidad de paciente crítico.

"Se descompensó el de la 5"...


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

martes, 23 de agosto de 2016

EL CIELO EXANGÜE






La puesta de sol cuenta una historia transfigurada en un déjà vu constante, distorcionándose el tiempo un poco con el cambio de hora, quedando todo revuelto, cuando, de repente los implicados se odian y se vuelven a amar, pero esta historia con cada sucesión de días, se comienza a cargar de magnificencia hasta lo absurdo, casi irreal como la que acaba de extinguirse detrás del término de una marea enardecida que pelea contra el mundo porque está sola el día en que todos andan en pareja dibujando corazones donde la espuma besa a la arena.

El sol le hace galardones de oro a la luna, quien lo observa desvanecerse para complacerla al entregarle  el trono del firmamento sin peleas ni celos, como viejos amigos cómplices de un delito, mientras las olas se arremeten con todo su poder frente a las rocas, destruyéndolas y culpándolas por la mala fortuna parida al encontrarse con su amado en la franja que no les pertenece a ninguno de los dos, ni mar ni firmamento, ni tierra ni cielo, sin embargo, siempre ahí, divisoria, porque pagan los pecados cometidos en el principio de los tiempos,  cuando el mundo se incubaba, y porqué no los sin cometer. Esa franja, terreno de nadie y donde sólo ahí se permite el romance.

Hoy, justo hoy, el cielo se queda exangüe en un degradé de colores carmesí y azules intensos, ofreciendo su sangre por consuelo al mar y ella lo cura con vapores salinos, escociéndole los lánguidos brazos suplicantes por hacerle el amor bajo el escondite entregado por las nubes tímidamente celestinas. 

Ella llora y maldice su desgracia, mientras la luna coquetea a la distancia con su galán el viento que le cuenta de los sonetos escritos para ella entre susurros y caricias delicadas. Cánticos angelicales con mensajes de esperanza y fuga… Ella ruge y hace desaparecer todo tras una cortina de agua elevada hasta el espacio al tratar de alcanzarle sin lograrlo y la espuma la corona con pastos arrancados desde su fondo por piedad. Tan hermosa como peligrosa que parece ser un fantasma penitente vagando por el horizonte sin saber si existe o es otro invento del atardecer, caminando en un pie en el filo de la angustia y la muerte.

Muestra sus lágrimas en el estallido de las olas y la masacre de sirenas, su rencor contra el destino.

Aparece ya la puesta de sol. El telón está a punto de caer  para concluir la obra, y la infaltable gaviota se cruza por el medio. También está sola y en secreto, sufre de amor por sol… 
Pasa todos los días cuando sabe que mirará a la mar y aletea tan fuerte como puede, por sí en una de esas, le regalara una sonrisa…Se presenta a la misma hora sagradamente todos los días desde su nacimiento para ver si el sol se enamora de una gaviota enloquecida de ansiedad por amarle en pleno. 


Escrito por: Francisca Kittsteiner.

sábado, 20 de agosto de 2016

CARTA CERTIFICADA POR FAVOR.





Soy yo, con la experiencia de los tropiezos acarreada con la edad y con la decision que alguna vez escaseó tomada por las astas. Todavia escasea, pero aprendí a cruzar los ríos y a renunciar a lo que se pueda perder con tal de la posibilidad de obtener lo que se quiere.

 De la noche a la mañana sentí la necesidad de reparar los  daños, quizás sea  condicionada por la vocación, no sé, sólo sé que aquí estoy, comportándome acorde con el tiempo, haciéndole honra al alma vieja y dando la cara por aquella chiquilla obtusa a la que  llamabas  Dalilah y respondía a la voz de su Samson. Nadie me ha vuelto nombrar así.


De repente, aparecieron  ecos de voces ya habladas susurrando en mi oído palabras que en su tiempo no supe oír y que hoy retumban condenando la estupidez parida por la juventud. Si tan sólo se pudiera regresar las horas con la ilusión senil de tomar tus manos al caminar en la noche. Pero no se puede. Lo que sí se puede, y nunca es tarde,  es pedir perdón por si acaso. No se donde cometí imprudencia, pero por si acaso.

Existe ese rumor inquietante en el aire advirtiendo porvenir, siempre incierto, pues es una lengua que sólo el alma puede entender, obligándola a permanecer alerta por si algo en el universo decidiera cambiar, mortificándola cuando se muere en la inconsciencia, mostrándole imágenes tiernas de un reencuentro postergado en el tiempo, la vida desplegada ante nuestros pies, mientras hace que los sueños una vez compartidos dejen de serlo y se conviertan en realidades cumplidas para el regocijo de nuestros corazones.

"Qué hubiera pasado sí" es la pregunta que ronda por las marañas neuronales y no deja de repetirse volviéndose insostenible el correr del día, al punto que me obliga a romper la promesa de permanecer entre las sombras para que mi nombre no cause más dolor. En este minuto, el orgullo puede irse a la mierda porque es menester confesar lo que traigo en el pecho, antes de que se pudra y termine envenenándome por la falta de entereza de no haber hablado cuando se suponía. Ahora sé lo qué decir. Ahora sé qué hacer.


Y entre tanta locura aparece un oasis que puede salvarme la vida; ya pasaron dos años… Y una vez me dijiste que te alejarías por dos años… Plazo cumplido.


Hay algo todavía vivo. Hay algo que, pese a que me aniquila un poquito cada minuto, me mantiene viva un día más. Puede ser la decisión de la  muerte que rondaba a la felicidad de marcharse lejos, liberándote de sus ataduras para que puedas volver a mí. Ahí únicamente tú  tienes mandato. No puedo obligarte, sólo puedo escribir... A lo mejor también me cruzo por tus pensamientos ¿Es así?

No es la primera vez que las letras son  a propósito de ti… Hay cientos de papeles dando vueltas por todos lados, contando el paso efímero de tu presencia vanagloriosa en estos recodos mas, verte un domingo, alteró el sentido del orden establecido, causando que un terremoto derrumbara la farsa enmascarada por el sucedáneo de una existencia feliz a la que ya me había  acostumbrado, al pretender rellenar vacíos con estudios, charlas con amigas sobre rememoranzas del colegio, la contemplación de una foto puesta en el escritorio ( foto que tú mismo me diste para una Navidad ), viajes constantes al lugar favorito del mundo con tal de sacarte de mi cabeza. 

Destrucción masiva. 
Holocausto sentimental. 
Armagedón de soledad.


 ¡No puede ser coincidencia todo esto! ¡No es posible!  ¡5 años en la misma ciudad, a un par de estaciones de distancia, un año las facultades casi al lado y nunca el destino fue piadoso!  ¡Nunca!  Y ahora que vuelvo a casa, con las esperanzas deshechas, te he visto dar innumerables paseos… No puede ser coincidencia. El destino grita con los pulmones llenos de sangre, la decidia de la voluntad y sus consecuencias, las historias contadas cuando me secuestraba la melancolía y acudías a rescatarme con tu voz particular. Grita el suspenso entre nosotros y la consumación de los planes aguardando a la vuelta de la esquina. ¿No lo oyes? Grita....

Haber renunciado a mi orgullo, es testimonio de la pureza de las intenciones (es a lo que más me aferro, pero languidece siempre ante ti). ¿Qué  ha traído el puto orgullo? El lado derecho de una cama vacío llenándose de escarcha porque no conoció a quien le traería primaveras en resurrecion. Aún me pregunta si algún día albergará lo que le prometí cuando le cambiaba complicidad por quimeras. Y entre tanto que le contaba a las almohadas sobre ti, se me aburrieron por lo que decidieron  llamar al lado izquierdo de tu cama, el que te  convencería de pasar la noche conmigo en vilo y sin cansancio, sino reberberantes y persecutorios. No hay respuesta todavía. 

Me recrimina que le mentí, le levanté fantasías y no he cumplido, pero no me entiende, no entiende que recorrí el mundo con tal de provocar una coincidencia y volverte a ver, sin resultados.


No sé qué hiciste conmigo.


 Tal vez fue no haberte besado de improviso, pero cómo  hacerlo si las mañas consumen. La iniciativa nunca ha sido lo mío sino todo lo contrario, el resguardo bajo la fachada de víctima de un robo sutil de besos ansiosos... Hasta ahora, los besos han de hurtármelos, porque así  de la nada, no se entregan... No me da el cuero. 

Tengo el corazón duro, sí, y también  las piernas de hilachas, la voluntad de un caracol con hemorragia cerebral, pensamientos repletos de veneno listos para atacar cuando tengan el momento, raciocinio por toda la humanidad que me hace analizar a la fuerza universos paralelos en dos segundos para no invocar a un paso mal dado, y no está de más decir,  el anhelo vehemente de ver aparecer tu figura al final del pasillo dispuesto a conversar, como dos adultos,  la ausencia de determinación. No pido otra cosa que no sea eso, una charla con altura de miras para saber qué  mierda fue lo tan grave entre los dos como para llevarte a desaparecer.


Soy ésta mujer, la con el instinto más vibrante que nunca porque siente aquí dentro, en el lugar donde cree,  habita el alma, que pronto los caminos se van a fusionar hasta llegar a un callejon sin salida, donde nos quitaran las las barreras, permitiendo, por fin mirarnos a los ojos y los ojos no saben mentir.

 Esa sensación terrible de tener conciencia de lo inevitable. ¡Somos inevitables! El Opus magnum del destino que se aburrió de jugar con nosotros ¡Espabila! ¡Deja ya la tonterita!


Soy esa mujer, que volvió  luego de haber discutido con la niña que solía ser, con el mejor consejo o  más bien,  la reminiscencia ofrecida por la chiquilla insulsa... El soplo de que hace tantos años  atrás, cuando el verano daba sus primeros albores, me buscaste, me hablaste y te ganaste mi corazón de a poco. Me la debes. Ahora me toca a mí. ¡Espabila!


Con cariño.


Esta mujer. 


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.



miércoles, 17 de agosto de 2016

DE CUANDO GANÓ EL ORGULLO

¿Un mundo? ¿Cuándo la distancia ha hecho su trabajo? Hay lazos que no se pueden romper y hay vidas que no se pueden separar. Te lo dije.

Es como si de una forma viciosa se persiguiera el rastro de caminos conocidos, pese a  nunca haberlos andado, simplemente por engatusarse en el perfume de una piel añorada: O tú sigues el mío o yo sigo el tuyo.
La estela nunca desaparece, aunque dos metros de nieve le caigan encima, son más poderosas las jugarretas tortuosas tendidas por el destino cuando se aburre ¡Me importa un reverendo rábano que juegue a lo que quiera! Pero por Dios, nos deje tranquilos.  O nos junta de una vez y definitiva, o nos manda a cada uno por su lado, tú en Marte y si me permite, me cambio de galaxia.

Levantarse con el presentimiento de verte, casi todos los días y deambular con los ojos abiertos, los oídos afinados y el corazón vulnerable, para que llegada la noche, cuando le estoy poniendo llave a la puerta, algo muera en mi interior por no haberse cumplido, me está quitando la cordura gota o gota, al buscarle la quinta pata al gato con tal de hacer coincidir cualquier cosa con tu nombre: Procurar, por ejemplo, que el cabito de la manzana se salga justo cuando, recitando el abecedario, se le da vueltas hasta llegar a la letra inicial de tu nombre (Aunque sea a la fuerza). Se supone que delata a quien está pensando en ti. Nunca comí tantas manzanas.

Vuelve la esperanza de reparar el daño en lo que no alcanzó a existir. Un cabal agonizante me escupe en la cara el hecho de tu olvido. musita fracasos por todos lados. No sé perder. Quizá te soy indiferente y soy yo la penitente de un fantasma, estando menesterosa de ti, por apegarme a lo conocido y sucumbir ante el terror horrible de arriesgar el amor a lo incierto.  ¡No puede ser! El instinto me dice que no es así, sino la desesperación engendrada por el raciocinio. La razón no siempre tiene la razón… “Principio de incertidumbre”.

¿¡Para qué seguir haciéndonos los tontos!? Aún puedo sentir a tus pensamientos llamando a los míos y más por las noches, mientras apareces intermitente en mis sueños con mensajes sin descifrar, pero que cuentan una vida entera al parpadearme ilusiones de que todavía mi nombre genera ruido en tu planeta.  ¿A        quién hay que darle explicaciones? Si esto es entre tú y yo ¿Al orgullo? ¿Y qué sacas?  Tú, allá tal vez dónde, llenándote el vacío quién sabe con qué y yo aquí, otra vez escribiendo porque le tengo miedo a dormir y que no vengas a conversar un rato antes de abrir los ojos cuando cante el gallo.
Tú y yo sabemos que aunque hagamos lo imposible para tratar de vivir en paz, tú en tu rincón y yo entre mis libros, siempre está el viento advirtiendo porvenir, diciéndome que me extrañas y diciéndote que te espero, noticias lleva y trae, besos lleva y trae, es por eso los escalofríos sentidos a media tarde. ¡Somos muy cínicos! Haciendo como si nunca hubiera pasado, nunca habernos conocido, dejar correr el tiempo hasta convertirse en varios años, rellenando resentimientos con pieles prestadas, después de encontrarle un sucedáneo al amor, sin preguntarle jamás a nadie por los huesos del otro y muriendo de ansias por mandarnos recado…

No nos hablamos, no nos vemos, no nos “amamos”, no nos “buscamos”, no nos interesamos, y sin embargo, tú y yo, sin querer, aprendimos a hablar viento. 


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

jueves, 11 de agosto de 2016

EL PACIENTE DE LAS 12

                 


  Ocurre algo particularmente extraño. Hoy atendiendo en lo cotidiano del día a día  y la rutina del hospital , con la escarcha  en las ventanas y los ojos fijos en el reloj ansiosa de que dieran las 12 para poder salir y terminar la jornada, apareció un hombre dolorido del pecho, con tu cara, tus ojos cansados, el mismo brillo que vi al conocerte, pero marchito por la edad. Era un fantasma de las navidades por venir. Y de la nada me encontré preguntándome qué será de ti, si acaso te habrá tratado bien la vida o le habrás encontrado cura al amor.... ¿Por qué cada cierto tiempo, como intervalo sagrado o un bien, un paroxismo de demencia, algo se encarga de recordarme tus recuerdos? ¿Será por ésta historia inconclusa entre los dos? ¿Será el exceso de cafeína apoderada de mis nervios la que me hace alucinar o quizás, tú invocándome a la distancia? ...

- Cuénteme ¿Qué puedo hacer por usted?
- Tengo miocardiopatía de Takotsubo, doctora, y ...- Me ausenté un segundo.
- ¡Ah! Síndrome del corazón roto... - Interrumpí.

¡Cuántas veces tendrá el destino que gritarme a los oídos los errores que cometí!  Puede ser que tú también lo hayas padecido y nadie lo sabía, lo más lógico era culpar al amor maltrecho nacido en la juventud. 

Debí haberme reportado enferma en la mañana, así no estarías bailando flamenco en mis lamentaciones, fantasma de las navidades pasadas.
¡Maldición!


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

miércoles, 10 de agosto de 2016

EL DESPARRAME

Pensó que está vez sería fuerte. Nada ni nadie la haría llorar, porque por mucho tiempo derramó  lágrimas  sin agradecer, así que se convenció durante meses de recuperar la entereza perdida hacía  ya varios años. Otro espejismo.

Pedazo a pedazo se fue descomponiendo el ímpetu de sus fuerzas, languideciendo como hilachas al aire, cuando empezaron a humedecerse los ojos, advirtiendo la destrucción del mundo en la inundación de Noé. Sin control el desfiladero de lágrimas fue corriendo el maquillaje, repitiéndose para si misma " que no te vean llorar" "no te puedes dar el gusto" " espera a casa". No obedecieron y lo mejor era echarse la chaqueta encima pretendiendo dormir, mal que mal, era un viaje de una hora.
Bastó una palabra ¡UNA! Para que su felicidad se fuera por la borda y los reproches de sus pensamientos tomarán venganza por dejarlos pospuestos cuando los tiró  en algún camino. ¡Esa puta inseguridad que desgracia la vida! Tan inteligente para algunas cosas y tan tonta para otras... Por primera vez en quizá  cuantos meses lloraba por ella y por el tango bailado con la decepción toda la mañana. Duele menos cargar con un corazón roto que ver desplomarse en el espejo.
Iba en caída libre al mismo infierno del  que salió a duras penas. "La miserable condenada a sus pensamientos"  ¿ Por qué  atacan? ¿ Por qué lastiman tanto?. Todavía no se secaban las costras de las llagas infringidas al escapar y de nuevo al fondo, por último quedarse estoica, insensibilizada hasta que hubieran cicatrizado, pero ella no vino con un botón de "ON/  OFF emotions" defecto de fábrica.

¿ Qué  ganaba con llorar? El martirio.  Nunca es suficiente.

Una vez quiso colgar los guantes, pero fue por cansancio. Durmiendo 1 hora al día, así  no hay cuerpo si aguante, sobre todo cuando se lleva al límite para probar valía.
Hoy quiso colgar los guantes porque era infeliz. Así  No hay alma que aguante.

Golpe, tras golpe, tras golpe. Sabia que el huracán no había amainado y probablemente, nunca lo haría,  todo este tiempo ha estado suspendido en esa calma que precede a la calamidad. "¡Qué  venga! ¡Qué  Me mate luego si va a matarme! ¡ Aquí lo espero!" resonaba a gritos sordos en su cabeza.
No saber curarse, cuando se anda curando al resto. Las contradicciones del destino.
No se puede suturar la confianza y dar analgesia a los dolores espirituales. No se puede reanimar a las ganas de continuar. No se puede tratar cuando ya no hay nada más por hacer.  ¿De qué  valía curar al resto!

Se va agotando la hora y el maquillaje sigue corrido, las lágrimas no dejan de caer, la conciencia pide escape o dormir y no despertar. Estan muy desparramados los pedazos de ella para intentar recuperarlos y poder escapar nuevamente desde el abismo. Trabajo perdido, como ella.

¿Por qué  siempre se quedaba sola con sus demonios? Tortura.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

sábado, 6 de agosto de 2016

DE CUANDO TE ESCRIBÍ UN POEMA.




Si quieres saber, te diré:

Se comienza con una palabra desencadenando una reacción de ideas descabelladas dentro del pecho. Luego hay que hacer de tripas corazón y del rencor cariño para inventar un mutante extrovertido, congelando el tiempo un instante tan minúsculo incapaz de contener un alfiler dentro.
Se llora escribiendo para entender los reconcomios inexplicables que yacen aletargados en el fondo del mar azul encerrado en unos ojos tristes, en el prado verde de un alma y en un otoño inexorable de un cuerpo cansado.

Es difícil encontrar un por qué, transformarlo en un quién para morir con las ansias de averiguar el cómo, tras vender el alma a cambio del cuándo. Tener un romance de cinco minutos perdurando para siempre en la memoria de un agonizante por volver a amar.
Se siente la necesidad de ser feliz de la nada y no pedir más, o bien, quejarse de todo lo que no se hizo, dijo o querido entender.

Odiar, amar, vivir, morir, agradecer, renegar, pedir, dar, aprender, querer todavía más, y renunciar al universo, invocar a la trascendencia cuando se desnuda el pensamiento frente a un papel ardiendo de deseo por los toqueteos sagaces de un lápiz bailarin, que cuentan, después de hacer el amor, el motivo de tanta exuberancia para escribir un simple saludo. Hay tantas formas de saludar, que las palabras son prescindibles, la piel innecesaria, las distancias un chiste y el orgullo una cucaracha.

El mejor amigo de cualquier razón es el siempre impecable desgarro del silencio, en la exactitud ofrecida por el despliegue de imágenes soltadas de tiempos mejores al imaginar el protagonismo del romance entre un hombre medieval, venciendo a los gigantes de viento,  cabalgando sin rumbo y  la fantasía de enamorar a su Dulcinea tan terroríficamente idealizada.

Es entonces preciso volver a nacer con cada nueva mirada regalada al alba…

No todo empieza con un "érase una vez" y termina con un "vivieron felices para siempre", ni se trata de la princesa en peligro y el amor del príncipe encantador,  se trata de hacer el mundo un tanto mejor ocupando escenarios para que tú y yo sigamos siendo tú y yo, pese a que nunca lo fuimos. No hay muerte, ni destrucción, ni caos o despedidas, ojos vidriosos ni corazones rompiéndose. Aquí, donde sólo yo puedo gobernar, la historia comienza con un "Ahí estaba él. Ahí estaba ella." y termina con un "No había nada por hacer, seguían amándose y esta vez, no lucharían contra eso."

Así fue como te escribí el primer poema.

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

martes, 2 de agosto de 2016

LOS DICHOS DE MARTE



Hubo plenilunio cuando julio nacía en 21 y el invierno dio tregua mandando lejos al frío glacial que se había apoderado de las noches esa semana  y  las estrellas alumbraban las promesas del mundo invitando a los perdidos a enamorarse del sol  en vez de desperdiciar la vida jurando devoción al desengaño.
Un puñado de luceros se desparramó en el universo, marcando el camino de regreso a la cordura después del fallo en el alumbrado marchito por el vendaval. Hay que saber leer al cielo, puede ser traicionero cuando quiere.  Y ahí estaba Marte sonriendo con galantería porque buscaba seducir una última vez en la noche, antes que el orgullo se le hiriera todavía más al no encontrar quien se lo sanase, pero nadie elevaba la vista, a nadie le interesaba verle sangrar. Es el pago por ser inalcanzable: La soledad eterna y un lecho vacío.  Marte no quería renunciar a la posibilidad, pese a la sapiencia de ser en vano.
Susurros de ánimas penitentes comenzaban a llenar la brisa nacida en las copas de los árboles. “Está cerca – Decían. – Ten paciencia. Espera.”
Una pasó por mi lado tomándome la mano en su desesperación por hacerse notar, aunque debí haberle dicho que eligió mal a quien reclamarle atención, porque mis ojos fueron robados tiempo atrás y sólo me quedaba el recuerdo de los espíritus pasando por las calles a media noche, sin saber si pertenecían a la luz o a las sombras. Me quedé en silencio. No era necesidad destruir las esperanzas de un alma condenada y yo no quería estar sola.
La respiración no se congelaba ni dejaba vestigio de su existencia y las sombras tenían insuficiencia de amor, mientras lloraban por un nombre resucitado desde la angustia de dos tazas de café enfriadas sobre la mesa. El café nunca volvió a tener el mismo sabor, era algo parecido a la extinción lastimosa de besos que nunca le di y a la momificación paulatina de estos labios faltos de uso, pero suplicantes de reconsideración por los males cometidos y las decisiones arraigadas. Es cruel pensar que aquellos que les juraron fervor sean los mismos que me los condenaron a la sequía y al tormento. Nunca nos pudimos besar.
La atmósfera se cargó de melancolía cuando la noche brillaba con más ímpetu y se me escapó la sombra sin aviso.  Se detuvo el tiempo mientras conversábamos sobre negocios con la luna: Ella me deja echar un vistazo al futuro de vez en cuando y yo le cuento poemas cuando aparezca triste tras la cordillera. Son diez años que llevamos con lo mismo. ¡Cómo pasa el tiempo Dios mío! Asimismo, ahora se me fue la mitad de la madrugada hablando con ella.

Sentí la insinuación de una fantasía y sus manos desnudándome con una cadencia vehemente, el recorrido de su respiración por las profundidades de mi piel y el placer alzándose al encontrarnos en una profecía susurrada para un día de octubre, atrapados en un sillón, después de probar valentía al empeñar ese beso que nunca nos dimos e invocar en un par de perversidades al instinto de despojarse de la ropa y hacer lo que no se ha hecho. Hasta entonces, su sombra se fugó con la mía para consumar su amor, porque atadas a nosotros, no se podrían encontrar, por culpa de ese orgullo condenatorio que no le deja volver a mis brazos, pese a que ambos sepamos de la desidia implicada en esta lejanía forzada. La mayoría de las veces nos obligamos a la mayoría de todo… Todo transmutado en nada…Nada después de un corazón en trizas…Corazón que él me dio y yo no supe… Corazón que yo le di y él rompió.
Si ellas se perdonaron, si ellas se buscaron, si ellas se fugaron para hacer el amor bajo el amparo de plenilunio cuando en julio nacía el 21 ¿Por qué nosotros nos retenemos?

Lloré mirando al cielo y Marte me dijo “Feliz cumpleaños, hija de Poseidón.” 

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 
© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.