viernes, 17 de marzo de 2017

DESISTE DE MÍ



Despertar en las noches inundada en llanto,
Cuando la conciencia se jacta de mi soledad intermitente,
Y sé que es mi culpa porque nunca fue normal amarte tanto
Y traerte aferrado como un cáncer latente.

Trato y lo digo, de dejarte a la deriva de mi olvido
Naufrago ebrio de romance lascivo y abrazos,
Para desterrarte de mí y exorcizarte de lo vivido,
Rompiendo los cristales frágiles que contienen nuestros lazos.

Ya no escucho canciones de amor correspondido,
Porque en todas ellas tu voz dulce y amarga abunda,
Haciendo sangrar a mi amor entre indiferencia escondido,
De tu imagen con ojos de marea profunda.

Amor mío, vete para poder amar a otro, tras la larga espera,
Quita tus manos de mi piel acaramelada con rosas amarillas,
Desaparece de mi sueño donde tu poderío prospera,
Y no me vuelvas a besar porque tus labios son cuchillas.

                Te prohíbo, amor mío, cruzarte entre mis deseos bamboleantes,
Sacudir con tus dedos mis penurias y el dolor ingrato.
Quiero reír, no por ti, sino por las esperanzas cautivantes,
De vivir sin andróminas repletas de miedo barato.

Ya no quiero quererte de esta forma invisible,
Porque duele más que la muerte a tientas y peligrosa,
Dejando exangüe a mi voluntad hasta lo insostenible,
Por culpar a mí nombre por tu angustia culposa.

¿Es verdad que no esperas mi deceso prematuro?
¿Ni anhelas que deje de respirar por mala fortuna?
¿En serio me quieres dentro de tu futuro?
¿Por qué hay tanta mierda en toda esta tortura?

Siempre digo que será la ÚLTIMA vez que te escriba algo,
Pero sigo dedicando mis palabras a quién no vale la pena,
¿Podrá ser esta la ocasión en que encuentre tranquilidad en el letargo,
O me continuarás asechando como quejumbrosa condena?


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER


APOCALIPSIS






Llueve y Dios se ha enfurecido conmigo y sus gritos son los truenos que escucho allá afuera, mientras  las luces de los relámpagos,  se convierten en sinapsis tardías de pensamientos eclipsados por postergar lo inevitable, el momento preciso en que ya no haya que ocupar palabras y el sueño por fin sea relegado al olvido… Cuando yo sea valiente y escuche la voz tortuosa de las nubes, tome su llanto para bañar la piel del objeto de mis males, esos ojos cansados de camuflarse con los otros y de cargar con los zafiros del faraón bajo las cejas, ahí recién, resucitaran los Fénix. 

Han pasado años y sólo ahora creo entender lo que me dicen las estrellas con su centelleo afanoso a través de las cortinas tiznadas de tantos cuerpos quemados tras perder la guerra diez mil veces antes de volver a respirar.  Me dicen que sea asertiva y pelee por la escafandra dorada que me han robado desde el resguardo de mis aposentos, que mate si es necesario, todo con tal de obtener lo que por ley es mío, pero que mucho no importa, porque ya rondan los ladrones disfrazados de mendigos que pretenden tomarla cuando yo desista de mis afanes de permanecer siempre despierta. Cuidando. Asechando. Queriendo…Pero desde lejos...Él miró al vacío. ¿En qué piensa el vampiro?

Flaqueza atormenta, pero cansa en demasía mantenerse siempre a la defensiva... ¿Por qué?  ¿Qué  hay que esperar? La seguridad cuesta manterla.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

lunes, 13 de marzo de 2017

LA COINCIDENCIA





Coincidimos en tantas cosas, que era fútil llegar a donde nos encontramos ahora.

Nacimiento, incluso el mes, país, cuidad, ¿infancia? No recuerdo pero no se pude descartar, sitios, intereses, afanes, obsesiones, decisiones, sentimientos, penas, maldiciones, volatilidad, escapes, horas, idioma y si no, estaban los suplementarios, que también coincidían, amor… Dios… y no coincidimos en el tiempo.

Coincidimos en bromas, planes, resguardos, noches, caminatas, libros, canciones, fantasías y resurrecciones y hasta lo hicimos al querernos olvidar.

¡Tan frágil es la memoria y tan seductor querer cambiar un mundo con tal de arrancar de la cabeza al dolor causado por un corazón mal habido!
Hiciste ajeno mi nombre y mis ojos. Enmudeciste tu boca para exhortar a la amnesia. Es probable que todo mi mío yazca en la pila de la basura de recuerdos por eliminar y lo hiciste, me olvidaste, pero por cuánto.

Yo armé una estrategia: cada que me perdía  en reminiscencias tuyas, bendecía tu vida y liberaba las ataduras, como devolviendo al aire los suspiros robados, ponía una canción triste, parpadeaba un par de veces mientras dibujaba un corazón en un papel, luego lo rompía. Llené la casa de  confeti y resultó.

La mente olvida. Supresión selectiva.

Había paz por un intervalo breve y algo parecido a felicidad forzada, la que viene con sonrisas dibujadas en caretas plásticas y copas de brandi. Paz de la barata, para no morir convertida en carroña de buitres entre preguntas sin respuestas y brazos colgando al vacío.

Cambió de estación y renuevo de hábitos. Limpieza de otoño y ahí estaba otra vez: Algo tuyo destruyéndolo todo.
Nos olvidamos. Coincidimos al recordarnos. Fojas cero.

Coincidimos en los versos, las fuentes y los deseos lanzados en monedas teñidas con niquel, los abrazos, las distancias, los planes a futuro y tú, conmigo, en el día después de mañana y alguna película de Disney un domingo cualquiera.


Coincidimos en la calle al salir a dar un paseo, en sueños invocados por somníferos o cuando la noche es muy vieja y por dignidad hay que acostarse, en quimeras sin sentido en un principio, pero siempre con un trasfondo codificado por las estrellas, en mensajes enviados en botellas tiradas al mar, en alguna suplica por lo que sea, en esta vida y en todas las anteriores.

Hay una creencia antigua que dice que las almas eligen cuando reencarnarse para poder encontrarse con su igual en cierto periodo determinado, la cuestión radica, en que no todas las veces es para ser felices, se puede conjurar a la destrucción mutua si las ansias son demasiadas. Parece que se nos pasó la mano. No sé, ya empecé a desvariar, tiene que ser el calor. No estoy acostumbrada al aire sofocante de ningún lugar. Me duele la cabeza.  Vaya a saber Dios, si coincidimos en eso también.

Coincidimos en no buscarnos cuando el huracán tocó tierra, pero no me vengas a decir que no coincidimos en preocuparnos por la sobrevivencia del otro. ¿Cómo llenar tantos espacios inconclusos que antes ocupaban tus abrazos? ¿Cómo ahogar esta suerte de inquietud percibida en las vibraciones el universo cuando siento tu presencia rondándome desde las sombras? ¿Cómo hacer que todo esto se acabe pronto?

Me  cuesta creer que no volvamos a coincidir.

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER


© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.