sábado, 27 de octubre de 2018

SEGUNDO CÁNTICO PARA DON JUAN





No pensé que llegaría el día en que ya no te podría ver. Lo sabía desde un principio, así como el consumo de los segundos lejos de ti, pero era sólo una advertencia lisonjera, un vaticinio de un futuro que no quería nunca ver aparecer, porque de alguna forma, asumí tu continua intermitencia en mis afanes: bamboleos constantes de tu sonrisa en la madrugada, o a media noche, cuando el trabajo se volvía tedioso y era necesario arrancarme a tus brazos... ¿Ahora qué haré Don Juan?

No reconocí, que de pronto y sin mediar aviso, te había vuelto a querer, no como antes, sino con un amor más maduro: ya no tan desesperado, ya no tan inconsecuente. Te amé un día, al verte pasar por el pasillo con tu delantal blanco, en ese instante en especifico. Te amé a ti, al actual, no al de hace 5 años; volviste a cautivarme, Don Juan, pese a que sabía cómo sobrevivir a tus artimañas.

Tenía que despedirme de ti, tarde o temprano, porque no era del destino juntarnos, ni menos dos veces, ni menos con la juventud desvaneciendose entre los dedos. Era imperativo desatarme de tu corazón, expulsarte del mío y correr sin mirar atrás, antes de que el dolor fuera demasiado, sin embargo, la misma intermitencia del tiempo, jugó sus cartas en secreto, trayendo de un golpe el día en que te perdería para siempre. Fue ahí cuando supe que no te amaba lo suficiente... quizás, está vez, no lo hice. Puede que haya sido secundario a la costumbre, o más probablemente (y como todo últimamente) por aburrimiento... No te amaba Don Juan, porque deseé tu fracaso.

... Y fracasaste.

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

jueves, 11 de octubre de 2018

LO QUE QUIERO

8Esto es lo que quiero: la reverberancia en los albores, tras abrir los ojos y de pronto, saber que la existencia es completa, plena y feliz, cuando, un segundo más tarde, vea los tuyos y el amor comience otra vez.
Ese amor incandescente, furioso y garrido, dispuesto a todo con la algarabía de la ternura, tal cual como si fuera el primero con ansias de que sea el último.
Saber que el destino siempre existió cuando encuentre en tu piel el olor al hogar, mi hogar, el sitio donde la seguridad es absoluta y los demonios no sean capaces de entrar. Tú y yo.
Tu respiración alentandome a vivir cuando se vuelva tenebrosa la existencia. Mi vida a cambio de la tuya.

Eso es lo que quiero: un amor tan grande que trascienda eras, donde la muerte no se interponga si encontrarnos es menester. Tú corazón arraigado en mi palpitar incluso cuando ya no tenga uno.

Noches eternas ahogada en ti, con el vaticinio del futuro por delante, tan eterno y acogedor como la luz habitante en tu alma... El deseo congelado con el correr de los años, dispuesto a despertar cuando mis manos acaricien tu rostro; perpetuo, deborante y nuestro. La sapiencia de haber nacido para conocernos y hasta encontrarnos, dejar pasar la vida entre suspiros de añoranza, en la latencia de la búsqueda, en la esperanza de tus manos sosteniendo las mías en las noches de pesadillas.... Un segundo dilatado en la espera.

Eso quiero: una vida contigo. ¿Cuándo aparecerás?

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.