Un marino no tiene raíces. Pertenece solo al mar y a sus
misterios.
Estaba todo tan claro hasta aquí.
Un marino guarda secretos. La naturaleza de un hombre se
pone a prueba bajo condiciones extremas y el hambre y la sed, la locura
secundaria a la influencia del sol labrando en las cabezas, la hace aflorar en
su esencia más pura.
Empiezo a creer que la locura es el estado de máxima lucidez
posible de alcanzar; deja atrás la diplomacia pudriéndose en un rincón, desecha
la retórica para decir lo impoluto de una sola vez y lanza al agua cuantos
supuestos se hayan concebido para buscarle lógica a algo que carece de ella.
Un marinero es leal… a sus propios intereses, pero leal, al
fin y al cabo.
¿Dónde están mis intereses?... verdad, en esa sonrisa.
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