Mientras más me resisto es más difícil ignorar el dolor. Me
aniquila los planes,
me destroza el alma, muero lento y la noche llega sigilosa, cargada de recuerdos donde prolifera tu sonrisa ¿el mañana será benevolente? ¿Cómo termino con esto antes que se me vuelva a ir el día sumida
en tristeza?
Mientras más tiempo pasa, en vez de disolverse esta angustia
mezquina, se incrementa exacerbada por el hastío provocado en la continua
espera de verte cruzar la puerta y pedirme empezar desde cero, borrar de un
golpe el lapsus ponzoñoso que hizo divergir a nuestros caminos, condenándonos a
extremos del mundo, pese a estar tan cerca. Hay que destruirlo todo, abrir la
herida para que cicatrice como corresponde. Yo la puedo curar…
Ya no vivo sola, vive aquí también el miedo; se levanta conmigo, va al trabajo conmigo e incluso, antes de dormir, me abraza, envolviéndome entre susurros con relatos de pesadillas venideras, contándome sobre la certeza de que tu nombre y el mío no volveran a aparecer en la misma frase… nunca más.
Estoy muriendo y no lo sabes.
Muero de desesperación, atosigada en suplicas por una
coincidencia, por una segunda parte o quizás, un beso somero.
Estoy muriendo de frío por la escarcha implantada en mi
piel: aquí los inviernos son eternos desde la última vez que te vi. Hay tormentas
por todas partes y huracanes revolviendo el pasado, trayendo entre diluvios tu
voz oculta entre canciones que no supe interpretar.
Mientras más te extraño, más creo me olvidaste sin consideración.
¿Qué pasó? Te hice daño. Robé tu alma y tu corazón y pedí perdón, lloré sangre
y desgarré mi garganta gritando por amnistía. Puse mi cabeza a tus pies... nada
importó. Diste media vuelta sin mirar atrás. Yo sigo aquí, por si acaso.
Toma mi mano, abre mis venas y arráncame la vida si con eso
se calma tu espíritu, pero no me olvides.
Dios parece no querer escuchar mis rezos.
Puede ser que ya no exista nada a mi alcance.
Solo hay silencio cuando clamo un porqué para poder culpar.
¿Por qué sigo amándote si hace tanto que no estás?
Yo sigo aquí… por si acaso.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
No hay comentarios.:
Publicar un comentario