Escucha el viento como llora. Grita y se desgarra la
garganta, cambiando dolor por dolor y gemido por gemido. Cuenta cómo fue que le
arrebataron el corazón: sin piedad un día cualquiera, sin haberlo esperado, sin
siquiera pensarlo, fue de golpe y sin aviso, con tan solo recordar a un par de
ojos oscuros insolentes. Cuenta azotándose contra los vidrios, la búsqueda
incesante de esos ojos para quizás, encontrar tras un cristal el resplandor que
su alma perdió tras mirarlos de frente. Puede ser que se asomen al escucharlo
agonizar. Ese es el plan.
Vaga entre las copas de los árboles buscando un dejo de un
perfume familiar, un olor entre castañas asadas y el final del verano, entre
salado y dulce, entre la vida y la muerte, el aroma del desquicio o bien, uno que
otro veneno sutil, tal vez un hipnótico potente para adormecer sus ansias de
seguir gastando la vida en una cruzada infructuosa. Pero no lo encuentra, ni al
perfume, ni al veneno, por lo tanto, sigue de árbol en árbol, de kilómetro en kilómetro,
mientras la noche se profundiza trayendo silencio y quietud, agonía y
oscuridad… la misma que revive a aquel par de ojos que enamoraron al viento.
De vez en cuando, baila cueca sobre las planchas de zinc, a
ver si alguien se aburra del escándalo y le diga dónde es que su amor se ha ido
a esconder, sin embargo, nadie se levanta pues el amanecer se acerca amenazante
y el mundo aún tiene sueños a medio soñar.
Pese a la insistencia de saber, nadie le cuenta siquiera noticias falsas
para darle alivio a su penar, es como si su destino fuera morir solo sumido en
la tragedia de lo que pudo ser y no pasó. Nadie se apiada de él ni de su amor canceroso,
arraigado tan dentro que es casi imposible separarlos sin destruir la esencia
misma del ser.
Clama por un nombre, por una coincidencia vana, por una
nueva noche para desatar su amargura y contar su desgracia. Yo lo escucho, sin
importar la hora y que comience a hacer
frío, porque escondo en su lamento, mi propia tortura; mientras queden días, seguiré esperando, así
como el viento espera por encontrar a su amor.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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