- - Perdón por la hora. Me atoré en el tráfico. – dije mientras todavía ordenaba los libros que traía en la mano, preocupándome solo de no dejarlos caer
- - Muy propio de usted señorita. – me congelé. Hace años que no escuchaba su voz.
- - Se lo concedo. – sonreí y me fui a sentar.
Tiempo atrás, tanto que ya no recuerdo confesé mi amor cuando él ya no sentía nada por mí más que resentimiento. Esa vez también llegué tarde. Hasta hoy me pesa. Hasta hoy lo amo.
Desperté.
El día amaneció nublado con vientos arremolinados entrando por a costa, embraveciendo al mar… suele asar que en estas fechas me ataca la nostalgia y él pasea libre por mis pensamientos, haciendo florecer recuerdos que ya no son míos por tanto tiempo convertidos en ceniza ¿Qué será de él? ¿Dónde andarán sus pasos? ¿Será benevolente el futuro y lo podré ver de nuevo? ¿Sera que también pensó en mí?
Desperté con las palabras en la boca, todavía sin terminar de pronunciar, con el sonido de su voz trasnochada y la sensación extraña que solo él puede provocar en mí. Supe que sería un día difícil de afrontar.
Bajé a caminar a las rocas un rato para contarles sobre la presencia del amor en mis sueños y pedirles que si algún día él pasara por ahí, le contaran de mis deseos.
- - Ve y arrójate al agua – me contestaron.
Sin pensarlo, como anestesiada, al cabo de dos segundos tenía el agua hasta el cuello, olvidando que er de día y olvidando que había luna llena. Mis escamas comenzaron a brotar y el dolor urente de perder las piernas se hizo especialmente fuerte, se afilaron mis dientes y de la nada mis ojos comenzaron a ver el porvenir, aunque siempre ciegos si de él se trata.
Con la luna llena próxima, ya no podría volver a tierra hasta el siguiente ciclo lunar. Por un mes volvería a ser quien controla el océano.
- - Princesa regresaste – se oyó de pronto.
- - Sí criatura, un error de cálculo.
- - Sirena, princesa del mar, ya olvida a la tierra y vuelve a tu hogar de una vez y por todas – dijo cortante.
- - No puedo. No hasta que lo vea nuevamente. No hasta que me devuelva el corazón.
“Muy propio de ti señorita” muy propio de mi es no cometer errores y aquí estoy atrapada.
Las costas tienen por mandato escudriñar las riveras por si su presencia aparece. El agua transmite todo, desde emociones hasta mensajes enteros, sin embargo, durante un mes no hubo noticias. Nadie de mi reino sabía nada de él. En ninguna parte de océano se hizo presente. – muy propio de ti – pensé.
Una sirena seduce, conquista, se alimenta y mata, menos esta, que entregó el corazón. Esta sirena, La Sirena, sufre en silencio por un amor amado en desfase. Esta sirena, no se alimenta y no mata, en cambio calla al hambre con copas de vino y sucedáneos de romance para compensar al cuerpo.
El amor destruye.
Mi amor me corroe.
Tanto poder en las aguas y tan vulnerable en tierra ¿Por qué decido estar allí? ¿Por qué el universo no me regala una coincidencia?
Tan propio de mí la lamentación crónica de lo que pudo haber sido. Vidas completas planeadas a su lado, aunque sin jamás revelar quién soy en realidad. Vivir como humano. Morir como humano. Renunciar al lugar que me pertenece tras asesinar a la línea de sucesión entera. En los 7 mares yo reino, el Kraken se doblega ante mí y aun así, entrego todo con tal de un beso.
Él con su rechazo aniquiló a mi certeza, torturó a mis sentidos, convirtió a mis sentimientos en un campo sumergido donde nadie nunca se atrevió a volver a pisar. Me destruyó desde adentro.
Desperté.
Nunca entré al mar, nunca soñé con él, nunca dejé de amarlo…
ESCRITO POR :FRANCISCA KITTSTEINER
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