martes, 6 de octubre de 2020

OCTUBRE







Es por el olor a los azahares que inunda el mundo, o quizá por el gris brillante conquistador del cielo y sus nubes que aplacan todo rastro de sol, tal vez la brisa benevolente que baila tangos cargados de nostalgia lo que me obliga a pensar en el sabor a octubre.
Son las abejas zumbando y el petricor levantándose por las tardes, o la caminata rutinaria por las avenidas vacías, así como la ausencia crónica de las manos más cálidas del mundo, lo que trae de golpe el sabor a octubre.

Es la reverberación del alma y vorágine a la que se somete la energía, el abismo y la destrucción, el nacimiento y el hastío. Dicotomías petulantes peleándose todo el tiempo, desde que octubre amanece primero, hasta la extinción de la última hoguera el 31 a media noche. Me sumergen las olas en sus devaneos, me gritan que corra y me vaya lejos antes de que pierda lo que me resta de humanidad. 
El agua y el fuego son difíciles de mezclar. Se pierde mucho en el intento, pero aquí me quedo, porque es octubre y en el lecho, el mar se encuentra con el infierno. El agua y el fuego son difíciles de mezclar. Depende de la habilidad de cada quién, qué suerte que yo comando los océanos. Qué suerte que el fuego no es dificultad.

Es octubre. El tiempo de volver a jugar con la suerte. ¡QUÉ ARDAN LOS CALDEROS! 







ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

LA ITALIANA


 

Acaríciame lento. Que tus dedos divaguen sobre mi piel en llamas, destruye cimientos, derriba muros, ahuyenta los miedos, persigue a mis ganas entre los abismos del desespero y el refugio de las sábanas. Aquí estoy. Aquí estas. El fuego consume reinos. Yo me he alimentado de reyes. Acaríciame lento, desnúdame el pensamiento con un roce somero, sin intención de nada, pero con el potencial de ser todo: la encrucijada repentina del final de la jornada; tantos viajes perdidos, tantos discursos encomendados, el pecado y la perversión resplandeciendo en la mirada.

Haz que sobren las excusas y llévame a un rincón sin luz, aprisióname en tus deseos, quítame el aliento, así como la ropa. Desata mis cadenas y expropia la cordura. No necesitamos nada más que el resguardo de la noche profundizándose hacia la complicidad.

No busco amor, no busco amistad, no busco nada salvo un arrebato. Quizá coincidimos tarde, pero aquí estamos, lejos de todo y tan cerca del abismo. Acaríciame lento y saltemos. ¿Cuánto tiempo más seguirás en la servidumbre del decoro?  ¿cuánto tiempo más seguirás afanando con perder la mirada entre mis senos y no tocarlos? Ya los encuentros se comienzan a contar de a montones, el espacio entre nosotros se reduce temerario, convirtiéndose en un centímetro dilatado en el suspenso detenido por temor a no avanzar a un beso... Un beso siempre condena. La condena puede ser salvación en las manos correctas. Aquí están las mías, que saben curar cuanto mal exista, así como desatar infiernos según la cadencia que decidan seguir.

Acaríciame lento, gime conmigo para derrocar al silencio, llenemos al mundo de gritos enmudecidos. Muérdeme y deslízate entre mis piernas, mientras yo empiezo a hablar en otros idiomas; hay muchas formas de tortura: lo mío es la espera, el rescate de información crítica y su uso para invocar al caos y la locura. Siempre es fácil, es lanzar un anzuelo y esperar a que la carnada haga lo suyo y te traiga a mis redes antes de darte cuenta que fue una trampa donde te fuiste a perder por voluntad propia. Los años no pasan en vano. Las arrugas se ganan entre noches sin dormir. La sangre trae diluidos secretos peligrosos.

Acaríciame lento, pon tus manos en mis muslos y aférrate a ellos como si fuera una tabla en el mar y tú un náufrago al borde de la muerte. Siente los devaneos que se funden sobre la piel. Arde conmigo, consumámonos entre las brasas y desgastemos a los dedos en su afán de recorrer caminos sin trazar. La noche cayó de pronto. La cuidad duerme. Aquí estoy. Aquí estas.

¿Era un beso el que condena? ¡Oh no! Se escribe deseo y se pronuncia vieni a fare l'amore con me.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

 

 

jueves, 27 de agosto de 2020

EL HASTÍO


 



Pasa el tiempo, mi amor. Se me escarchan los ojos, me congelo y muero. Ya no sé qué hacer.

Se acumulan los años y me duele el cuerpo, la juventud se desvanece como bruma al salir el sol. No hay nada en los alrededores. No hay consuelo para mi llanto.

Pasa el tiempo, mi amor y del día, solo quiero las noches, que llegue el sueño para ser feliz, justo cuando entre quimeras forzadas, aparezca tu voz susurrándome secretos para olvidarlos al despertar. Lo único que pretendo son las noches para quedarme estacionada en un salón oscuro, donde no exista otra cosa que tú, desnudándome despacio, torturándome en deseo, desgarrándome la piel en la espera del amor, perdida en el ardor de tus ojos acechantes de consumación. ¡Gime mi nombre, grita mi nombre! Siempre hay una presa, siempre hay una cacería. He aquí al cazador.

Aparece el albor de nuevo, pero se vuelven de paja las horas, levantándose en ventoleras solo para molestar. La persecución incansable de una coincidencia, me agobia y nunca llega, nunca.

Hay hábitos difíciles de romper: yo derribo muros, arraso conciencias, invoco locura para crear devoción, sin embargo, te perdí antes del juego… derribé mis muros, arrasé mi conciencia, invoqué a mi locura por devoción hacia ti.  

Escucho a las olas llamarme entre cada explosión.  Saben que sufro, que cada respiración arde. Saben que mi corazón ya no le pertenece solo al mar y que con eso me condené al exilio hasta recuperarlo por completo. Se me abre la piel con el sofoco del aire de verano, dejando llagas sangrantes por doquier y en ningún lado, invisibles, como tu paso traicionero por mi rumbo. Cada herida se profundiza más con el correr de las horas sin volver a tocar el agua, pero cómo volver sin corazón.

 

Pasa el tiempo mi amor, y ya no hay remembranza de lo que se siente el calor de otro ser durmiendo a mi costado, ni el peso de un brazo envolviéndome cual si fuera su rehén, ni el bailoteo vehemente de mis cabellos al compás de una exhalación ajena. No hay vestigios de la resurrección de la carne, ni de la carencia de recato, no hay ni rastros de quién solía ser… ¿Cómo era que sonaba mi voz ahogada? ¿Aún temblarán mis manos si las toca alguien más? ¿Por qué puedo olvidarlo todo menos a ti?

 

Hay vanidad en mi locura, lo sé. Egolatría y vanaglorias. Hay carencias y podredumbre. Hay desesperación y caos. Hay de todo, menos luz.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

 

 

miércoles, 5 de agosto de 2020

AÚN NO TE DAS CUENTA.



 ¿Cómo es que no te das cuenta de nada? De la cronicidad paupérrima de esta obsesión por ti, de lo angustiante que es recordarte entre olvidos intermitentes y mantenerte próximo… carcomiéndome el alma, destruyéndome desde adentro. 

¿Cómo puedes hacer caso omiso a todos los actos desmedidos de locura desplegados ante tus ojos, con tal de que me mires? Estoy aquí, parada en el frío, descalza y desnuda, con la piel flagelada suplicante de remiendo, agonizando por ti, desatando mis amarras antes de morir.  Este es el réquiem de un loco. Cuando el amor ataca, no queda nada salvo miseria.

Estoy estancada, viviendo taciturna en un abrazo dilatado en el tiempo, emborrachándome de un perfume casi imperceptible oculto detrás de los miasmas desprendidos del ajetreo diario. Ahí estoy, quieta, aguantando la respiración, temerosa de soltarte y que me sueltes, despiadado.

El mundo se detuvo alargando las noches e invocando al frío para que habite entre mis sábanas, cuando la carne anhela su reverbero en tus brazos. Hay tanto y tan poco. ¿Alguna vez tus hombros soportaron mi cabeza? ¿Alguna vez fuiste real? Los límites comienzan a transmutarse, cuando ya las semanas se cuentan por montones y los meses pasan desapercibidos, sin rastros de traer libertad otra vez. Tengo los pies atados y una necesidad in crescendo de correr. Tengo las manos mutiladas, mientras me ahogo sin poder nadar. No puedo respirar. 

¿Aún no te das cuenta? Los días avanzan peligrosos hacia su término, mientras la ansiedad comienza a subir cual espuma con el reventar de las olas, deambulo por pasajes donde no hay luz, ni estrellas, ni nada: oscuridad profunda y malhumor. El silencio corrompe a cualquiera cuando se le somete por la fuerza. En silencio es cuando la cordura tambalea y se hace pedazos. En el silencio es cuando más te extraño, sin embargo, aún no te das cuenta.

Han pasado siglos desde la última vez que la calidez llegó a mi piel.

Siglos de desesperación.

Eones de angustia.

Y aún no te das cuenta.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

 


miércoles, 22 de julio de 2020

BITÁCORA DEL CAPITÁN, DÍA 527

Bitácora del capitán, día 527:

Muy lejos, más allá de los abismos, donde las esperanzas se pudren por montones, está el destino. Más allá de la miseria. Más allá del miedo y de la ansiedad por tener que desprenderse de cualquier rastro de sentido, un lugar donde solo los locos se atreven a cruzar. 
Hoy toca atar bien los nudos, apuntalar el mástil, ofrendar alcohol del caro a los espíritus del mar, cerrar los ojos y emprender rumbo. Nunca dije que estuviera cuerda, y quiero saber porqué nadie ha vuelto. Puede ser que después de dejar toda la mierda atrás, está el paraíso. 

Me voy sola, pero sé que más de algún polizón  se quedará en el barco. 
Al mar pertenecen las almas atormentadas.


ESCRITO POR FRANCISCA KITTSTEINER.  

jueves, 30 de enero de 2020

LAS NOCHES





Hubo noches donde te vi dormir y canté para alejar a los demonios danzantes sobre tu cabeza, tomé tu mano y besé tu frente cuando el sueño se te hizo febril. Noches como hoy me la recuerdan: con el vaho asfixiante entrando escasamente por las ventanas, mientras el sudor ahoga las ganas de la piel al deshidratar lento las esperanzas de un despertar abrazados. Noches de verano cargadas de insomnio por el calor desesperante. En noches como hoy, pero hace tantas noches, te vi dormir con una sonrisa insipiente cómplice de tus afanes.
Te desnudé sin tocarte un pelo y te hice el amor antes de que abrieras los ojos. Me acomodé entre tus brazos para descansar exhausta de ti y tus besos, robé tus secretos y tu confesión de amor por mí.

En noches como hoy, pero hace tantas noches, mientras las horas se escapaban sagaces, supe que nunca te volvería a ver. Entendí el dolor de un amor mal querido, de un amor amado en desface, el tormento acarreado por la cercanía tan encubridora que terminó mutilando las opciones. Las amistades no siempre son buenas, ni menos cuando transmutan y esperan convertirse en romance. No todos los romances terminan con el final de cuento. Hay veces en que ni siquiera el cuento existe. Tú me amabas porque era imposible. Yo te amé porque me hiciste falta.

No hay ni una tumba donde ir a dejar flores por este sentimiento absurdo. No hay donde pueda escribirte para contarte que en noches como hoy, pero hace ya tantas noches, quise despertarte entre caricias y deshacerme de estos pensamientos íntimos de un golpe, para que supieras que este amor que aún vive, en esos años, también latía, que si huía de ti, era por mis inseguridades, que si me amabas tanto tendrías que besarme y hacerme el amor sin dejarme volver a pronunciar palabra.

En noches como hoy, me aferro a tu recuerdo antes de dormir, para remontarme a aquellas noches cuando tu respiración se tranquilizaba después de decir “te amo Dalilah”.  



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER. 

domingo, 26 de enero de 2020

SUPLICANDO VOLVER

Si vuelves, te entrego mi corazón
O lo que decidas tomar de mí,
Pero vuelve, porque ya se hizo tarde
Y nunca necesité tanto tu abrazo.

Ven a buscarme, pues la distancia es mucha
Y por entre las calles estoy pérdida
A la espera de verte volver entre las sombras,
A la espera de alguna noticia tuya.

Tengo ganas de entrar al mar y no salir,
Sino avanzar hasta el horizonte y seguir
Para ver si así te logro encontrar,
Que aquí en tierra nadie conoce tu nombre.

Tengo una mano colgando al vacío,
Huérfana de compañía y temerosa
Pues, nunca pensó que te alejarías tanto,
Ni que el tiempo pasara tan lento.

¡Vuelve! ¿A qué esperas?  ¡Vuelve!
Y dime porqué es tan imperante mi necesidad por ti,
Porqué mi voluntad se desvanece cuando eres tú,
Porqué ya no hay descanso si no es contigo.

Ven a buscarme, ya que me perdí otra vez,
Pero ahora en mis propias huellas:
Es que cuesta tanto retomar camino
Cuando se ha andado en círculos toda la vida.

Vuelve, por favor, vuelve rápido,
Ya el aire se agotó y no respiro,
Vuelve, pero porque tú quieres volver,
O déjame morir de asfixia a la brevedad.







Vuelve y no me digas nada.
No quiero saber de explicaciones. No quiero.
No quiero escuchar lo que encontraste lejos,
Ni menos los motivos por los que te marchaste...Vuelve...


Escrito por: FRANCISCA KITTSTEINER 

viernes, 24 de enero de 2020

CON TAL DE TI




Los días avanzan tristes sin más, consumiéndose entre los vahos de un calor infernal: despacio, robándome la vida sin que me de cuenta. Se llenan de fantasías mis pensamientos y poco a poco son invadidos  por susurros de ultratumba contando pesares que nunca dejan de doler. 


Hay angustia en mi corazón. Hay caos y destrucción rondándome. Es tan diminuta la franja entre la cordura y el desquicio que ya no sé bien dónde fue que dejé mis pasos.
Hay una voz en mi cabeza, aunque no sé si es mi conciencia o un demonio; de igual forma, los dos atacan: donde más duele, donde sé que fallé, donde no puedo reparar.

Existe un rumor en el ambiente, una suerte de profecía revelándose de a poco, obligándome a afinar mis sentidos, para después desatar especulaciones cuando el sueño es escaso: una perturbación en la atmósfera, algo así como el aviso del fin de los tiempos o quizá el retorno de tus ojos a mis amaneceres.

Se me va la vida… ¿Vida? Esto es dejar acumularse las horas, hacer de las semanas un bulto de segundos, para después diluirse en el vertedero de los años. ¡No señor!  ¡Esto no es vida! Es la persecución incesante de una empresa perdida desde el comienzo de la historia, es seguir creyendo que, al despertar, tú estarás aquí.

Esto es el delirio de un loco, una súplica de libertad, es pedirle a los cielos la expiación de los pecados cuando ya no alma por salvar. Es la ofrenda y la condena. Es la sangre y la carne. Es la podredumbre que deja el amor amado a medias. La resolución del asunto, mi grito desesperado con tal de ti.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

LA COMANDANCIA





Hoy las gaviotas volaron más alto de lo habitual. El agua se tiñó de un verde profundo mientras las nubes se apoderaban del planeta. Hizo frío haciendo estremecer a mi piel acostumbrada a no sentir calor. Hay veces en que un presagio se presenta de distintas formas.
Salí a caminar para poner en orden el millardo de pensamientos que atosigan mi conciencia, pero solo le presto atención al reventar de las olas. Por primera vez oí el cántico de la espuma; ahí estaba el vaticinio.  Era un desvanecimiento doloroso y atiborrado de incertidumbre como un alma en pena pidiendo consuelo por sus pecados, el manifiesto de una vida agotada sin remedio. Era la majestuosidad del agua reducida a su mínima expresión, la furia del océano relegada a un susurro insípido ¿mi vida terminará igual?
Se asomaron nubes de tormenta por todo el horizonte y las sirenas habían resguardado sus secretos pues la calamidad estaba certera a la vuelta de la esquina. Reconocí de inmediato el desajuste en el mundo. Algo había de cambiar, pero algo tan somero que pasaría inadvertido ante mis ojos inexpertos.
Hubo sabor a sal en el aire y de pronto te tuve entre mis brazos. De pronto, sobró la ropa. De pronto, mis manos tocaron tu piel. Me desvanecí en el éxtasis, dejando tantos besos como días pasaron sin verte. Te conté mis secretos mientras tus gemidos llenaban el silencio. Desperté a los instintos robados desde hace tanto tiempo y les prendí fuego para que ardiéramos juntos en las brazas del infierno. Fui tuya y tú, mío.  Me hiciste el amor amparado en la complicidad del vacío y te entregué mi alma, mis huesos y mi voz. Fuimos un despojo de sangre retozando entre el sudor después de robarle felicidad desde la ultratumba a un amor cremado.
Desgastaste mi piel entre caricias flagelantes y abriste mis caminos según tu voluntad. Te ofrecí mi sangre para saciar tu sed y sentí tu amor floreciendo en mi vientre… fui tuya y tú mío… fui sal y arena entre tus dedos; ahí estaba de nuevo el chirrido insoportable de la espuma en descomposición. Volví de golpe a la conciencia, pero ya llevaba 5 millas náuticas nadando con desespero. El horizonte estaba tan cerca. Quizá allí te pueda encontrar, donde la vida es miserable comparada con los regalos que ofrece lo recóndito. Seguí nadando hasta el cansancio con la ilusión de encontrarte en el límite del universo para besarte con locura antes de perder la razón. Quise encomendarme a la benevolencia de la muerte para calmar el dolor de una vida sin ti, pero cómo morir en el agua, si yo comando al mar.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

martes, 7 de enero de 2020

ME DUELE LA CABEZA





Me duele la cabeza de tanto pensar en el porqué del asunto
Y no tengo tiempo para gastar en tonterías relativas a tu nombre
Porque por ser un idiota disfrazado de astuto
Has perdido hasta el valor presuntuoso de tu nombre.

Así que quisiste conquistar terrenos lejos de mis fronteras,
Pues, quién soy yo para retenerte donde no estás contento,
Simplemente soy distinta quieras o no quieras,
No me discutas más y guarda tu aliento.

Con esto perdiste tu alma, tu vida dejaste escapar,
 Pues la furia del mar se condensa en mis manos vengativas,
 Y no pararé hasta tus lágrimas encontrar
Entre gritos de suplicas asertivas.

Me duele la cabeza de tanto reírme de ti todo el día,
Y la verdad, ya me comencé a aburrir,
Así que, si quieres, apuras el paso y dejas la tontería,

Porque esta noche, tengo ganas, sin ti, de salir.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER. 


INCOHERENCIAS




Incoherencias fugaces cruzan por la mente desierta
De reacciones tardías con sustratos dolorosos,
Besos olvidados ya muertos que la bohemia despierta
En recuerdos lascivos intactos y penosos.

Bromas inteligibles para el mundo entero.
Vestigios impuros de lo que fue y no volverá pronto,
Y la resurrección diabólica del beso certero
Que en la tumba del deseo caló hasta muy hondo.

El hecho, la devoción, el arrepentimiento prematuro,
La condena al vacío antes de que fuera muy tarde,
Las posibilidades de concebir un amor ya maduro,
Porque en su tiempo, por precoz no encontró quién lo guarde.




 ¿Es posible revivir tras tantos años a un muerto?
¿Hay cabida para él en alguna de mis historias confusas?
¿Y si abro los ojos y de la pesadilla despierto?
¿Se irán éstas ideas estúpidas y difusas?


Al destierro de mi boca lo censuro,
A la vorágine del destierro frío y escabroso
Porque con él, es fracaso seguro
Y en la posibilidad de renacer, reposo.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.