Hay aguaceros de necesidades que se desbordan sobre el
tejado de mi cuerpo y necesito respuestas rápidas o estoy segura que moriré
sumida en la locura febril de una juventud que no estoy acostumbrada a vivir
todavía.
Es como si todo el mundo supiera lo que sucede dentro
de mi pecho, menos la única persona me interesa se entere; su indiferencia
indiscriminada me hace vulnerable ante sus ojos y acapara mayores espacios de
los que es sano y natural, pero no me interesa de verdad, porque tengo claro
que algún día, se acercará, estando solos en el amparo de la caterva y sabrá lo
que siento. Entonces y solo entonces, respiraré alegría y no nubes de smog cargados
de penumbras.
Busco oportunidades para casualmente mirarle de reojo.
Busco silencio y refugio en canciones con un vaho vehemente a su esencia, para
apaciguar los buitres insidiosos que les gusta perseguirme cuando la cuidad se
congela y sólo se escucha el aullido de un perro en las calles. Busco el contacto de los rostros en la inocencia
de un beso en la mañana, cómplice del coqueteo sutil, pero no hay luces de
buenaventuras o rastros del camino equivocado.
Pienso que otra vez los Dioses se ensañaron conmigo,
aunque no encuentro razón aparente para explicar su enojo. Quizás están tan
aburridos como yo, de que no sea valiente y tome el destino en mis manos y de
paso, el de él. Pero, si de todos los lugares del mundo, tuvieron que ponerme
exactamente aquí, justo a 5
metros de distancia del que escribo, tiene que ser por
un poder supremo o es un brote psicopático que se presenta con su nombre.
Hay tormentos de momentos opulentos que aún no se
conciben, pero que pronto tendré para sacarle la lengua al planeta y decirle
“¡Lo conseguí!”
Tal vez, es una forma indistinta que tiene la vida de
despertarme a la realidad y mostrarme difuminada la imagen de lo que soñé hace
tiempo, obligarme a pelear por ellos, a ser valiente, a no rendirme por esperar
que las cosas tomen el rumbo que les corresponde, sino de encajarlos a presión
y hacer que el cuadro quede terminado. Tal vez, soy solo yo escribiendo basura,
de nuevo…
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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