Cierra los ojos y piensa
en mí un momento ¿Qué ves? La figura cándida de una mujer enamorada hasta el
delirio, siempre quieta y desde las esquinas observando de reojo, llorando
contigo cada tristeza y siendo feliz cuando me saludabas por la mera
coincidencia de la angostura de un pasillo con una sola salida. La mujer que
estuvo a tu lado cuando la melancolía invadía tus lágrimas, pendiente de
plantar la carrera a penas tu rostro denotara el ligero rastro de la lluvia
salada de unos ojos en cascada explosiva, dispuesto a convertirse en una fuente
desbordante de agonía matutina.
Yo que fantaseaba con el
aroma que emana de tu cuello e inunda los rincones de mi vida convirtiéndola en
demasía tuya, ayer, y siempre, impregnando con tu esencia mis palabras
taciturnas y esclavizando a mis poemas, víctimas del deseo lascivo, haciendo
perenne mi amor por ti, por tus ojos cargados de amargura e incapaces de
mirarme porque para ti soy una más de la lista viciosa de victorias sangrientas
producto de corazones rotos.
Ves, a la mujer ahogada
en plegaras elevadas y enterradas, armada hasta el cansancio con frases cursis
que pide un poco de cariño, pero del antiguo, del meloso y mortal. Traigo la luz que le robé a Zeus de sus rayos,
porque te faltaba lumbre para calentar tus manos de cristal.
Me quedo contigo dando
vueltas en mi cabeza como perdida que no quiere ser encontrada porque habita en
el paraíso.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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