Muchas veces me tuviste despierta mirando el amanecer y ofreciendo mi
existencia a cambio de tu compañía como ofrenda sagrada a quién quisiera
apiadarse de esta pobre alma desesperada por volver a verte una sola vez más
para agotar las ganas desquiciadas de querer amalgamar el recuerdo furtivo de
aquel beso, el uútimo o quizás el primero, sinceramente a estas alturas del
partido, mucho, no importa.
Muchas veces deseé nunca haberte dicho adiós porque con eso, renuncié a
la felicidad imperante que reinaba en mis pensamientos hasta el momento absurdo
en que cruzaste el umbral de la puerta para no regresar jamás. Te llevaste todo y no te importó quitarme la vida mientras
partías sin siquiera mirar atrás y así nunca pudiste ver que me desangraba por
el pecho, ahogada en un llanto que no era capaz de explotar.
Muchas veces maldije al cielo por haberte puesto cerca de mí, cuando
menos lo esperaba, entregándome un sentimiento, que hasta entonces, conocía por
nombre, al igual que a ti, pero que con el paso del tiempo se transformó en lo
único que realmente importa…the same as you…
Y de igual forma conjuré infiernos terrenales para que atormentaran a
estos ojos que decidieron fijarse en ti sin antes preguntar si era posible que
volvieran a tener dueño o un objeto de deseo prohibido.
Más de alguna vez aventé lágrimas al vacío por tu causa perdida,
creyendo que con eso, encontraría la redención de mis pecados la amnesia absoluta que te borraría para siempre y me dejaría dormir tranquila hasta que las caricias de tus manos me
despertaran del mal sueño en que se convirtió todo, cuando descubrí que no te
podría poseer por mucho que así lo añorase, llorase, suplicase y le escupiera a
la cara a Dios, por su ira sin sentido en mi contra. Desde ahora eres tú quién me hace ser una blasfema que culpa a Dios por
tus errores y falta de sentido común…Creo que ahora, nos encontraremos en el
averno.
Un millón de veces dudé de tu existencia borrosa y un millón más te vi
pasar por mi camino de regreso a casa, oscureciendo a los astros con el fulgor
de tus ojos acechantes de los que no puedo librarme ni cuando estoy en letargo.
Es como un veneno que corroe desde a dentro y tengo que hacer de tripas corazón
para no morir retorcida en hiel, con la boca amarga y extrañándote hasta lo
irracional. Me pregunto qué será de ti tras todos los años que has pasado alejado
de mi cuidado sigiloso ¿Te encontrarás bien? ¿Formaste una familia? ¿Te
acuerdas de mí?...
Muchas veces quise nunca haberte amado como loca, sino de aquí al
infinito dos veces, ida y vuelta en un par de días, que se hubiera condensado
el universo sobre nuestras cabezas y explotado en un instante, separándonos en
extremos opuestos de la habitación sin posibilidades de un reencuentro, porque
la caterva era mucha, porque Cupido, en el estallido había muerto, porque era
de noche y los lobos querían sangre. Imagino que así hubiese sido más fácil
continuar.
Me arrepiento de tantas cosas que no hice cuando correspondía: de no
haberte amarrado a mí, de no haberte hechizado con los encantos del sexo, de no
haberte arrastrado al rincón más lóbrego y habernos quedado ahí hasta que me
aburriera de ti…
Me arrepiento de arrepentirme de no haberme arrepentido cuando debí
arrepentirme y haber dado media vuelta, apareciéndome entre tus sábanas que no
fueron cómplices de nada, porque me arrepentí…
Muchas veces más me tendrás mirando el amanecer ofreciendo mi existencia
a quién quiera apiadarse de mi o hasta que se congele el destino y te vea otra
vez en el camino de regreso a casa y pruebe el recuerdo de aquel beso, el
primero o quizás el último, que ya no me importa cuál sea, con tal de no
arrepentirme luego…
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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