Bitácora del Capitán, día 4:
Se suponía que, con los vientos y la marea a favor, mañana,
un jueves del sexto mes del año 2017 de nuestro Señor, llegaría a puerto,
atracaría este barco con los nudos más firmes que jamás hice y me abriría paso
dentro de una selva indómita en el nuevo mundo. La tripulación venía preparada
para eso: un viaje de seis días desde casa hasta aquí, una misión de colonizar
por tiempo indefinido hasta que llegaran órdenes superiores y ser felices,
listos para morir con tal de cumplir los planes.
No contábamos con la presencia del Neurocirujano.
El pirata Map y su destructor surcando la misma ruta que
nosotros.
Ayer interceptó nuestro barco imponiendo batalla para el
viernes en alta mar.
Cuando era más joven lo conocí por azar del destino… destino
que me llevó a sus redes.
Le temía. Rumores de su modus operandi iban de puerto en
puerto alimentándose del entusiasmo de los habitantes de tierras viejas, pronto
mías, hasta que un mal día, lo tenía en frente.
Todo lo que sabía de él, resultaba ser mentira: educado, de buenas maneras,
amable, pero nunca miraba a los ojos.
Con los años aprendí que un hombre que oculta la mirada
oculta algo perverso. Así fue.
El pirata Map convence a las masas con esta fachada de ser
una persona de bien, gana su confianza, hasta convertirse en amigo de quienes
después destroza desde un solo zarpazo en la cabeza, dejando sesos esparcidos
por las costas. Por eso, lo llaman el Neurocirujano.
Pocos lo conocimos y sobrevivimos.
Todo lo que sabía de él, resultaba ser una mentira: era
peor.
Ahora cuento con la ventaja de conocerlo.
De no haber estado segura de que el viernes ganaríamos la
batalla, hubiera dejado que en el primer momento en que sacó la bandera negra,
nos hubiera asesinado.
Convencí la noche entra a la tripulación de que se trataban
de cuento es, el mito que desplegó su nombre en las bahías: no tienen por qué
saber que enfrentamos al Diablo mismo.
El miedo es un arma poderosa y Map lo ocupa a la perfección. Un hombre
con miedo es un hombre muerto y con esta tripulación debemos sobrevivir una
semana más… después que avancemos por la selva oculta, podemos morir. Antes no
es una opción.
Mandé un mensaje al nuevo mundo advirtiendo del retraso,
culpando a problemas mecánicos del barco y que llegaríamos una semana más
tarde, sin falta, el último jueves del sexto mes del año 2017 de nuestro Señor,
todos a salvo, con el cargamento de vinos intacto y comidas exquisitas, dignas
del Rey.
Casi podía sentir la sombra de los helechos sobre mi cuerpo
y la frescura de la respiración de la selva convirtiéndose en mi propia
respiración. ¡Estábamos tan cerca por la cresta!
Espero que esta no sea la última página que escribo en esta
vida.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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