viernes, 19 de septiembre de 2025

LA AUSENCIA




El mundo empezó a colapsarse sobre si mismo dejando oscuridad y vacío como testimonio de que alguna vez existió. Tengo sed y no puedo tragar, tampoco respirar pues el oxígeno me asfixia lento, sofocándome con cada intento de conseguir salvarme.

La torre se cayó.

El aire huele a sangre por tantas esquirlas lanzadas a este corazón que muere de a poco, apagándose despacio para no volver a latir. Es el precio que se paga cuando la estupidez ataca y lo destruye todo. 

Mis ojos se tornaron grises y no puedo ver. Desde ahora andaré a tantas por caminos pedregosos y llenos de espinas, descorazonada, sedienta, a oscuras y sin respirar. Así me siento ahora, estancada en el principio de mi fin. 

El paso itinerante de un amor fugaz dejó mas estragos de los que soy capaz de entender: desolación donde antes habitaba la alegoría, miedos corrosivos que se llevaron todo a su paso y un sabor a hiel que no puedo quitar de mi boca. Y yo que estaba segura en mi acorazado surcador de mares. 

Se fue el descanso de mi lado, convirtiendo a las noches en campos de hielo, congelándome el alma hasta quebrarla. No hay sueño en que no aparezca su voz parsimónica, no hay cómo librarme de mis pensamientos. 

En el día solo hay caos. La luz me molesta, el ruido me ensordece y el dolor acumulado en mi pecho se expande hasta su máxima expresión y me enveneno desde dentro resquebrajándome en partes que se van cayendo a medida que pasa el tiempo y no hay noticias suyas. La locura es certera al proclamar conquista.

No hay luz en el horizonte para mi, no hay premio de consuelo o tal vez poder echar el tiempo atrás, justo antes de ese beso que hoy me derrite la piel con la urgencia del mañana que no llega.

Nubarrones cargados de rabia se despliegan sobre mi cabeza para que pueda llorar sin ser descubierta, pero cómo me quito esta amargura que me posee. Truenos se avalanchan en las costas y a lo lejos veo a las sirenas burlándose por no saber arrancar una vida y entregarla al mar. Se burlan de este corazón mío huérfano de compañía y tan roto que ya casi no queda nada.

Hoy sentí el suspiro de la muerte cuando en tu ausencia quise contarte algo y no pude.

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.