jueves, 11 de marzo de 2021
AMPARO
miércoles, 3 de febrero de 2021
LA CONDENA
Los miedos de pronto, no existieron, así como llegaron, un
día desaparecieron. Hubo paz donde el caos reinaba y los muertos dejaron de
aparecer por las noches. El silencio fue conquistado por suspiros agotados y ahora
mis pensamientos eran poblados por ti, joven indeciso. Fui feliz, escasa, pero
profundamente feliz. Un amor intenso apareció en el horizonte y tras dos
segundos se apoderó de mi corazón ya casi extinto; crecí, volé y amé en menos
de lo que dura un día. Así como llegó, se fue. Lo sentí desvanecerse entre mis
manos, mientras se esfumaba un gemido acallado entre los murmullos de las olas.
Era la primera vez que le presentaba a alguien. Le conté mil veces del dolor
que conlleva anhelar y nunca tener y entre suplicas le ofrecí mi alma a cambio
de amor: el mar contestó y yo se lo llevé. Fue ahí el error. Las aguas son
celosas, exigen atención total.
- - Tráenos su vida, Sirena. – Fue lo que dijeron. –
es su vida o la tuya, princesa del mar.
Un par de copas de vino. La sed, acrecentándose con cada
minuto y el palpitar ardoroso de la piel derritiéndose por querer lanzarse al
mar. Duele el exilio. Se sufre a cada instante, pero en la tierra descubrí el
amor y lo vale. Otro par de copas de vino y las estrellas resplandeciendo sobre
mi cabeza con la promesa latente del eclipse acercándose. He aquí otro secreto:
bajo todo el océano y oculta tras mil paredes de acero, cada que la luna juega
con el sol, hay que esconderse. Nada bueno pasa entonces. Es cuando los
demonios salen a molestar y el mundo pierde su destino.
Dos copas más y me dejé atrapar por unas redes. Me acorraló
en un lugar oscuro y sin piedad.
Me desnudó el cuerpo, el alma y el pensamiento. Un ejército
de besos debutó de pronto y así, de la nada, la sed se empezó a calmar. Me convertí
en bruma para apoderarme de su piel. Empapada en sudor, extasiada y delirante.
Todo lo que soy, se lo entregué. Todo lo que tengo, se lo
ofrecí. Le permití adentrarse en mis recodos. Le permití aferrarse a mi espalda
antes de naufragar. Asfixié sus gritos y reclamé mi nombre pronunciado por su
voz quejumbrosa. El sexo transmutó en devoción: muerte, resurrección y pecado.
Agoté sus fuerzas, al tiempo que se esfumaban mis ganas. Dejé
marcas perennes en su piel: si quería mi cuerpo, yo usurparía su razón.
Entre cuatro paredes, recobré la vida que abandoné por azar,
la juventud puesta en pausa por la inocencia de querer cambiar al mundo por
buena voluntad.
De sus gemidos, resurgió mi espíritu y recordé que todas las
sirenas saben seducir, solo que de vez en cuando, uno lo olvida a conciencia…
entre orgasmos comprendí, que ahora pertenecía más a la tierra que al mar.
Ola tras ola, los cimientos de la casa tambaleaban y polvo
caía desde las cornisas, mientras él se profundizaba en mí.
- - ¡Entréganos su vida, princesa del mar! – gritaban las malditas - ¡ese hombre nos pertenece!
¿Cómo entregar algo que no es mío? Tuve a su cuerpo y a sus
labios, a su deseo profanando al mío hasta saciarlo por completo. Tranquilizó la sed y el hambre, pero su corazón, así como el mío, era espuma y sal.
Sentí su calor adormeciéndome el cuerpo. El dolor paró. La piel dejó de arder bajo su abrazo. Esperé a que el
sueño debutara, besé sus manos y lo dejé.
La noche se presentaba clara con la luna llena en Cáncer,
alumbrando mi desesperación. Caminé por la vera de la playa hasta encontrarme
con vestigios de almas en pena: la estela paupérrima de sal seca sobre la
arena.
- - Vengan a mí – ordené a las mareas a cambiar el
rumbo y entre remolinos de escarcha fui sumergida hasta el fondo del mar. El agua
transmite todo. No tuve necesidad de hablar.
No tuvo necesidad de contestar.
Supe entonces, que mi tiempo con aquel muchacho inmaduro,
pese a su escases, ya había expirado hace mucho y se lo entregué.
- - No hay conjuro que proteja la casa. Puedes tomar
lo que quieras.
- - Debe ser por tu mano, Sirena o nuestra mano
tomará tu vida inmortal.
Entonces cientos de medusas hicieron fila frente a mí para
descansar en mis labios su veneno taciturno.
El mar es salado por las lágrimas de sus habitantes. Tercer secreto
revelado.
Volví a casa, tras esperar que mis escamas se secaran por
completo, con el frío de la madrugada firmado en mi piel. Él seguía en el sueño
profundo posterior al sexo y me acomodé entre sus brazos antes de besarle la
frente…
… con eso terminé su vida.
Al día siguiente, él entró al agua a cazar olas, pero las
mareas reconocieron la marca de la ofrenda y no devolvieron su cuerpo.
Ahí estaba yo de nuevo, sola, llorando un amor extinto por
los celos de mi reino.
Ahí estaba yo de nuevo, con la sed incesante de consumir una
nueva vida para poder mantener la mía en tierra, quizá un día más.
domingo, 10 de enero de 2021
CAMPOS DE HIELO
Hay un olor familiar anidandose dentro de las almohadas, la tortura feliz de un encuentro fugaz ya diluido en el correr de los días y ya con eso, se cuentan los años. Quién pensaría que un saludo podría reclamar tanto, que incluso hoy, despliega sensaciones extrañas asomándose por entre las cornizas.
Aquí fui feliz. Aquí desaté pudores. Aquí entregué cuerpo, vida y devoción. Aquí, hoy hay nada.
Llanuras inmensas se despliegan ante mí y se hace difícil enfrentar la noche. Aparece el frío maldito que corroe desde adentro, frío que hace no mucho, fue aplacado entre gemidos y orgasmos ¿Dónde estás que no estás? El cólera sí apareció en tiempos de amor.
El mar ruge de fondo, advirtiendo el veredicto a tomar. Hace siglos, en la imbecilidad de la juventud pacté entre lágrimas un trato. La última palabra la debe tomar él. Vaticina entre los reventares, la consumación de su voluntad: o mio y sólo mío, o de él y nada más. Presiento guerra por la reclamación de un corazón inmaduro. Presiento una noche cargada de batallas por pelear.
Extraño su voz seduciendo a mi delirio, apaciguado a los demonios antes de invocar a la desnudez, extraño sus manos profanado mis secretos y a sus labios silenciado a mis gritos de placer. Extraño su compañía en esta cama en expansión. Extraño su presencia junto a mí y su calor calmando mis dolores. Cuando se juega con fuego, es difícil escapar antes de calcinarse. Aquí estoy yo, ardiendo en desespero.
¿Dónde estás que no estás? El cólera sí aparece en tiempos de amor.
martes, 6 de octubre de 2020
OCTUBRE
Son las abejas zumbando y el petricor levantándose por las tardes, o la caminata rutinaria por las avenidas vacías, así como la ausencia crónica de las manos más cálidas del mundo, lo que trae de golpe el sabor a octubre.
Es la reverberación del alma y vorágine a la que se somete la energía, el abismo y la destrucción, el nacimiento y el hastío. Dicotomías petulantes peleándose todo el tiempo, desde que octubre amanece primero, hasta la extinción de la última hoguera el 31 a media noche. Me sumergen las olas en sus devaneos, me gritan que corra y me vaya lejos antes de que pierda lo que me resta de humanidad.
Es octubre. El tiempo de volver a jugar con la suerte. ¡QUÉ ARDAN LOS CALDEROS!
miércoles, 23 de septiembre de 2020
LA ITALIANA
Acaríciame lento. Que tus dedos divaguen sobre mi piel en llamas, destruye cimientos, derriba muros, ahuyenta los miedos, persigue a mis ganas entre los abismos del desespero y el refugio de las sábanas. Aquí estoy. Aquí estas. El fuego consume reinos. Yo me he alimentado de reyes. Acaríciame lento, desnúdame el pensamiento con un roce somero, sin intención de nada, pero con el potencial de ser todo: la encrucijada repentina del final de la jornada; tantos viajes perdidos, tantos discursos encomendados, el pecado y la perversión resplandeciendo en la mirada.
Haz que sobren las excusas y llévame a un rincón sin luz, aprisióname en tus deseos, quítame el aliento, así como la ropa. Desata mis cadenas y expropia la cordura. No necesitamos nada más que el resguardo de la noche profundizándose hacia la complicidad.
No busco amor, no busco amistad, no busco nada salvo un arrebato. Quizá coincidimos tarde, pero aquí estamos, lejos de todo y tan cerca del abismo. Acaríciame lento y saltemos. ¿Cuánto tiempo más seguirás en la servidumbre del decoro? ¿cuánto tiempo más seguirás afanando con perder la mirada entre mis senos y no tocarlos? Ya los encuentros se comienzan a contar de a montones, el espacio entre nosotros se reduce temerario, convirtiéndose en un centímetro dilatado en el suspenso detenido por temor a no avanzar a un beso... Un beso siempre condena. La condena puede ser salvación en las manos correctas. Aquí están las mías, que saben curar cuanto mal exista, así como desatar infiernos según la cadencia que decidan seguir.
Acaríciame lento, gime conmigo para derrocar al silencio, llenemos al mundo de gritos enmudecidos. Muérdeme y deslízate entre mis piernas, mientras yo empiezo a hablar en otros idiomas; hay muchas formas de tortura: lo mío es la espera, el rescate de información crítica y su uso para invocar al caos y la locura. Siempre es fácil, es lanzar un anzuelo y esperar a que la carnada haga lo suyo y te traiga a mis redes antes de darte cuenta que fue una trampa donde te fuiste a perder por voluntad propia. Los años no pasan en vano. Las arrugas se ganan entre noches sin dormir. La sangre trae diluidos secretos peligrosos.
Acaríciame lento, pon tus manos en mis muslos y aférrate a ellos como si fuera una tabla en el mar y tú un náufrago al borde de la muerte. Siente los devaneos que se funden sobre la piel. Arde conmigo, consumámonos entre las brasas y desgastemos a los dedos en su afán de recorrer caminos sin trazar. La noche cayó de pronto. La cuidad duerme. Aquí estoy. Aquí estas.
¿Era un beso el que condena? ¡Oh no! Se escribe deseo y se pronuncia vieni a fare l'amore con me.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
jueves, 27 de agosto de 2020
EL HASTÍO
Pasa el tiempo, mi amor. Se me escarchan los ojos, me
congelo y muero. Ya no sé qué hacer.
Se acumulan los años y me duele el cuerpo, la juventud se desvanece como bruma al salir el sol. No hay nada en los alrededores. No hay consuelo para mi llanto.
Pasa el tiempo, mi amor y del día, solo quiero las noches,
que llegue el sueño para ser feliz, justo cuando entre quimeras forzadas,
aparezca tu voz susurrándome secretos para olvidarlos al despertar. Lo único
que pretendo son las noches para quedarme estacionada en un salón oscuro, donde
no exista otra cosa que tú, desnudándome despacio, torturándome en deseo,
desgarrándome la piel en la espera del amor, perdida en el ardor de tus ojos acechantes
de consumación. ¡Gime mi nombre, grita mi nombre! Siempre hay una presa,
siempre hay una cacería. He aquí al cazador.
Aparece el albor de nuevo, pero se vuelven de paja las
horas, levantándose en ventoleras solo para molestar. La persecución incansable
de una coincidencia, me agobia y nunca llega, nunca.
Hay hábitos difíciles de romper: yo derribo muros, arraso
conciencias, invoco locura para crear devoción, sin embargo, te perdí antes del
juego… derribé mis muros, arrasé mi conciencia, invoqué a mi locura por
devoción hacia ti.
Escucho a las olas llamarme entre cada explosión. Saben que sufro, que cada respiración arde.
Saben que mi corazón ya no le pertenece solo al mar y que con eso me condené al
exilio hasta recuperarlo por completo. Se me abre la piel con el sofoco del
aire de verano, dejando llagas sangrantes por doquier y en ningún lado,
invisibles, como tu paso traicionero por mi rumbo. Cada herida se profundiza
más con el correr de las horas sin volver a tocar el agua, pero cómo volver sin
corazón.
Pasa el tiempo mi amor, y ya no hay remembranza de lo que se
siente el calor de otro ser durmiendo a mi costado, ni el peso de un brazo
envolviéndome cual si fuera su rehén, ni el bailoteo vehemente de mis cabellos
al compás de una exhalación ajena. No hay vestigios de la resurrección de la
carne, ni de la carencia de recato, no hay ni rastros de quién solía ser… ¿Cómo
era que sonaba mi voz ahogada? ¿Aún temblarán mis manos si las toca alguien
más? ¿Por qué puedo olvidarlo todo menos a ti?
Hay vanidad en mi locura, lo sé. Egolatría y vanaglorias. Hay
carencias y podredumbre. Hay desesperación y caos. Hay de todo, menos luz.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
miércoles, 5 de agosto de 2020
AÚN NO TE DAS CUENTA.
¿Cómo puedes hacer caso omiso a todos los actos desmedidos de locura desplegados ante tus ojos, con tal de que me mires? Estoy aquí, parada en el frío, descalza y desnuda, con la piel flagelada suplicante de remiendo, agonizando por ti, desatando mis amarras antes de morir. Este es el réquiem de un loco. Cuando el amor ataca, no queda nada salvo miseria.
Estoy estancada, viviendo taciturna en un abrazo dilatado en el tiempo, emborrachándome de un perfume casi imperceptible oculto detrás de los miasmas desprendidos del ajetreo diario. Ahí estoy, quieta, aguantando la respiración, temerosa de soltarte y que me sueltes, despiadado.
El mundo se detuvo alargando las noches e invocando al frío para que habite entre mis sábanas, cuando la carne anhela su reverbero en tus brazos. Hay tanto y tan poco. ¿Alguna vez tus hombros soportaron mi cabeza? ¿Alguna vez fuiste real? Los límites comienzan a transmutarse, cuando ya las semanas se cuentan por montones y los meses pasan desapercibidos, sin rastros de traer libertad otra vez. Tengo los pies atados y una necesidad in crescendo de correr. Tengo las manos mutiladas, mientras me ahogo sin poder nadar. No puedo respirar.
¿Aún no te das cuenta? Los días avanzan peligrosos hacia su término, mientras la ansiedad comienza a subir cual espuma con el reventar de las olas, deambulo por pasajes donde no hay luz, ni estrellas, ni nada: oscuridad profunda y malhumor. El silencio corrompe a cualquiera cuando se le somete por la fuerza. En silencio es cuando la cordura tambalea y se hace pedazos. En el silencio es cuando más te extraño, sin embargo, aún no te das cuenta.
Han pasado siglos desde la última vez que la calidez llegó a mi piel.
Siglos de desesperación.
Eones de angustia.
Y aún no te das cuenta.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
miércoles, 22 de julio de 2020
BITÁCORA DEL CAPITÁN, DÍA 527
jueves, 30 de enero de 2020
LAS NOCHES
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.
domingo, 26 de enero de 2020
SUPLICANDO VOLVER
O lo que decidas tomar de mí,
Pero vuelve, porque ya se hizo tarde
Y nunca necesité tanto tu abrazo.
Ven a buscarme, pues la distancia es mucha
Y por entre las calles estoy pérdida
A la espera de verte volver entre las sombras,
A la espera de alguna noticia tuya.
Tengo ganas de entrar al mar y no salir,
Sino avanzar hasta el horizonte y seguir
Para ver si así te logro encontrar,
Que aquí en tierra nadie conoce tu nombre.
Tengo una mano colgando al vacío,
Huérfana de compañía y temerosa
Pues, nunca pensó que te alejarías tanto,
Ni que el tiempo pasara tan lento.
¡Vuelve! ¿A qué esperas? ¡Vuelve!
Y dime porqué es tan imperante mi necesidad por ti,
Porqué mi voluntad se desvanece cuando eres tú,
Porqué ya no hay descanso si no es contigo.
Ven a buscarme, ya que me perdí otra vez,
Pero ahora en mis propias huellas:
Es que cuesta tanto retomar camino
Cuando se ha andado en círculos toda la vida.
Vuelve, por favor, vuelve rápido,
Ya el aire se agotó y no respiro,
Vuelve, pero porque tú quieres volver,
O déjame morir de asfixia a la brevedad.
Vuelve y no me digas nada.
No quiero saber de explicaciones. No quiero.
No quiero escuchar lo que encontraste lejos,
Ni menos los motivos por los que te marchaste...Vuelve...
viernes, 24 de enero de 2020
CON TAL DE TI
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
LA COMANDANCIA
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
martes, 7 de enero de 2020
ME DUELE LA CABEZA
INCOHERENCIAS
jueves, 28 de noviembre de 2019
LA AGONÍA DEL VIENTO
lunes, 28 de octubre de 2019
POR SI ACASO
viernes, 25 de octubre de 2019
DE CUANDO TE FUISTE
Mis caminos se cerraron, desvaneciendo todo rastro tuyo.
Volví a la virginidad por la ausencia derrochada en los alrededores.
Te extraño, y no sé cómo encontrarte.
La vida se agota lento, como el sonido tortuoso de una gota al caer.
Estoy atada de manos, ahogándome en lo profundo del mar,
Siendo olvidada por el amor que me arrebató todo,
Sufriendo la angustia constante de presentir la muerte.
El rumor del viento cambió de pronto, y gritos aparecieron por las noches,
Era mi alma suplicando benevolencia por lo que fuera:
Un día más, un beso más, una resurrección más,
Pero el vaticinio era absoluto, tú y yo, tan lejos como sea posible.
Se llenó de llagas mi piel con los años y el desvanecimiento de tu presencia.
Duelen las heridas a causa del frío crónico en mi cama,
Duele el vacío del despertar sola cuando atacan los miedos,
Sangra mi cuerpo miasmas de rencor con locura,
Al saber que nunca te podré volver a abrazar.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
lunes, 9 de septiembre de 2019
RÉQUIEM
¿Qué soy?, me pregunto de pronto, al encontrarme sola... ¿Qué soy en verdad? Una mujer temerosa de los designios del destino y del castigo de Dios ante mis pecados. ¿Qué quiero? El cuento de hadas y toda la parafernalia, aunque no sea una doncella en peligro, aunque el castillo lo haya erguido con estas mismas manos, aunque el dragón sea mi amigo y el villano de la historia, se trate de mi reflejo frente al mar. ¿Qué espero? Un beso tierno, capaz de congelarme la sangre y haga volver el amor a mis pensamientos proliferos, a las probabilidades absurdas, las únicamente posibles en universos alternos. ¿Qué necesito? Tranquilidad, silencio y oscuridad. Bajo esta fachada de "todo está bien" hay un huracán de desavenencias destruyéndolo todo, incluso la fuerza para abrir los ojos y enfrentar un nuevo amanecer. Soy buena actriz, cuando quiero, porque mostrar vulnerabilidad puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte, sobre todo en este nido de víboras donde me encuentro. ¿A qué le temo? A la soledad. Al paso de los años y verme estancada en lo mismo, escribiendo para calmar a los demonios atiborrados en mi interior, a despertar un día con los estragos de las arrugas cobrando poderío y no ver a nadie socorriendo mi llanto. Le temo a conformarme con lo que estoy acostumbrada.
Aquí estoy yo: desnuda sobre una cama, sangrando el veneno antes de que termine aniquilándome el alma tras guardarlo como si fuera el santo grial; no soy más que una niña asustada, sin saber dónde ir o qué hacer con el camino que escojí ¿Puedo devolver el tiempo atrás y arrepentirme? No estoy lista para lo que se viene. Nadie advirtió que sería tan amargo este sendero. Nadie me dijo que clausurar el corazón tras haberlo empeñado a lo tonto, sería la peor decisión posible. Ahora no sé que hacer con tanta pasión silenciada, con tanta vida desperdiciada, con tanto sudor pospuesto.
Aquí estoy yo: como un viernes cualquiera, lamentando mi pobre futuro e inevitablemente pensando en ti, amor mío...
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
domingo, 1 de septiembre de 2019
ENTRE LAS NUBES
Hubo un día en que di una vuelta larga en una maraña de pensamientos grises. El camino fue sombrío con ventoleras implacables, haciéndome flaquear las piernas en su afán de seguir adelante ¿Por qué? No sé. Nunca hubo nada esperando al final del túnel, pero seguí, pese a todo, a pesar de todo.
Discutí con mis demonios sobre tregua de paz, ya suficiente daño les causé en venganza. Los dejaría vivir, pero tan lejos como fuera posible de mí, donde no los pueda encontrar jamás, o los mataría sin dudarlo dos veces... se lo ganaron, al paralizarme en el sueño.
La tarde estaba dando sus últimos respiros y un vaho romántico se levantó de pronto inundando el espacio. Un olor dulce invadió al mundo en dos segundos, mientras en el horizonte las nubes hacían el amor con las estrellas. Fue cuando los arreboles hablaron: él ronda tus pasos. Fue un vaticinio drástico, de esos que congelan el alma en un momento perpetuo. De esos que se arraigan profundo en la memoria hasta dejar cicatriz... Un devaneo si se quiere, entre el lazo maldito de tu corazón y el mío.
La tarde se tiñó con el color de la sangre en algarabía y fui volátil para perderme en el calor desprendido de un cuerpo antes de morir. Estuve ahí, en el espacio entre tu hombro y tu cuello, donde tantas veces dormí sin preocupación. Volví al lugar que fui feliz, sin importar el paso malicioso de los siglos sin verte... fui el aire, fui el vacío, fui el destino, con tal de estar cerca una vez más... Aunque, no hubo compasión conmigo, al traer de un golpe la necesidad de ti. Pensé me había vuelto inmune y que tu nombre era sólo otro condenado a la lista por olvidar. Me perdí, de pronto, en los embrujos de sensualidad que me pusieron delante. La carne es más débil de lo que pensé. Sin embargo, el vacío se hizo demasiado, y me ahogué en llanto, por llamarte desesperada, cuando los labios de otro hombre me desnudaban sin titubear... "sin tan solo fueras tú " fue la frase que inundó mis cabeza. Si tan solo fueran tus manos las que me despojan de la indumentaria, con habilidad. Si fueran tus labios los que me asechan como queriendo robarme la vida de un golpe, antes de extinguir el beso. Si tan solo fuera tu piel, la que expele la esencia que me tiene de rehen. Si tan solo fuera tu voz la que pronuncia mi nombre seguido de las dos palabras que más miedo me dan en el mundo y me obligan a correr en sentido contrario: te amo.
Pero no eres tú, y seguramente, nunca lo serás. Pasaron los días y sentí un cambio en el giro del mundo, un desequilibrio abrumador...
Cerré los ojos para afinar el instinto y descubrir el causal del propósito extraño, aunque no lo encontré cerca, sino que entre las nubes; ahí estaba, tu figura deambulando, como si me vinieses a buscar.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.














