Y si de he arrepentirme de algo, aquí y ahora porque con eso
vos sospecháis que podría cambiar la prudencia del pueblo, os digo: que lo
hecho, ha sido a conciencia de pecador… con la sapiencia en las venas tras
tantos años recorridos y aún este pobre espíritu adolece de lo esencial:
cordura.
No estoy pidiendo, bajo ningún amparo, la abolición de lo
que se me acusa, pues merecido tengo la sentencia, cual sea, lo que convenga el
criterio Divino, solo necesito la expiación no la vuestra, la de Dios, porque solo
él sabe que lo cometido no fue de mala fe, sino pensando en lo mejor que podría
ofrecer en un contexto tormentoso.
Ya aclarado lo anterior, postro mi existencia y mis futuras
cortas acciones a la determinación que esta cámara ha decidido, pero antes, tengo
un último deseo, y eso sí que no se le puede negar a un moribundo aún con vida
con demasiada vida por vivir ¡Os ruego! ¡Necesito la absolución!
Si ya me han quitado lo que por derecho de sangre me
corresponde, no me quiten la cristiandad a la que me aferro ¡la absolución!
¿Y si he de arrepentirme de algo? ¡Jamás! Porque yo soy la Emperatriz de todo lo que lo ojos son capaces de ver y más todavía.
Podrán tomar mi corona, mi imperio, mi vida, poner mi cabeza
en una bandeja, pero nunca conseguirán de mi boca una palabra de
arrepentimiento y si la muerte es la condena por pagar, sea así pues, porque lo
hecho, hecho está.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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