Muy en
el fondo sé que tengo que reaccionar,
Abrir los
ojos, estirar los tendones y tragar,
Porque
la hiel comienza a hacer estragos,
Sé que
es un sueño cruel y no quiero despertar.
Hay un
dejo de sapiencia que me advierte del porvenir,
Pararse
de nuevo y aprender a respirar
Sin
sentir el olor que emanaba de su cuello,
Tras
irse lejos y continuar rondando por aquí.
Sé que
ya no vendrán los amaneceres que tanto amé,
Porque
ha caído la noche y no quiere partir,
Se
oscureció el mundo, pues murieron las estrellas,
Y el
sol está de luto por el rechazo de la luna.
Pero,
así como tengo conciencia del término,
Todavía
habita la esperanza traidora que me ata a él,
A sus
labios y a todo el poder de su nombre,
Pese a
que ya nada me pertenece.
La
maldición perpetua de una realidad onírica,
Y un
sueño cada vez más real y doloroso.
Eso de
confundir los límites, es siempre peligroso,
Porque
no hay certeza de dónde se dejaron los cabales.
Qué
sea lo que tenga que ser, pero pronto,
Que se
vaya donde no lo pueda volver a encontrar,
Que se
resquebraje mi piel por la sequía de caricias,
Pero
yo aquí me quedo, esperando poder despertar.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER