lunes, 21 de febrero de 2022

PARA TI, EL MUNDO.


 

 

 

 

 

La ansiedad se hace constante con la promesa tácita del cambio de destino la cambiar de año y se me hace inevitable pensar que quizás se acabará mi condena y tras las luces, verte aparecer.

Siento en las entrañas la acomodación del mundo para parir una coincidencia dentro de todo el caos después de juntar al alfa y al omega; los ángeles cantan el réquiem de una era marcada por tu ausencia.

Se levantan premoniciones y entre los sueños se revelan maliciosos los quebrantos de mi vida, una vez más, dictados por ti.  

 

Hace eones te fuiste y aún hoy, las pequeñeces del día a día, de alguna u otra forma, explican el porqué de tanto.

Tener un corazón en la mano es poder. El poder consume y se lleva a la cordura a lugares inexplorados, para dejarla perdida incluso, del ojo vigilante de Dios. Yo tuve tantos corazones en mis manos, que hubo un momento en que me acostumbré a la sangre tibia desfilando por mis dedos. El resto ya es historia contada.

 

El devaneo de las aguas con el viento, las gaviotas con sus rituales de apareamiento, hasta el sol muriendo despacio sobre el horizonte, suplica por noticias tuyas, por tus brazos enraizados a mi espalda y la promesa eterna de sexo al anochecer, solo que no estas.

 

Una vida estancada por capricho, la penitencia paupérrima de pagar con dolor tu propio dolor, pese al desconocimiento de la causa para sus afanes: aquí estoy, estática… esperando.

Aquí estoy, congelándome inmóvil mientras las horas pasan raudas dejando sal en las heridas que, pese a todo, no puedo curar, hasta que vuelvas ¿cuándo?

Cada deseo lleva tu nombre, cada sonrisa deja entre suspiros la cadencia de tus frases, cada noche, el último pensamiento va dedicado a ti.

 

Es insondable el tamaño de mi arrepentimiento, tanto que hice un mar solo de lágrimas para poder ahogarme cuando la soledad decide atacar. Ahí no es posible que exista, pues cada lágrima es un recuerdo tuyo.

Hay un futuro en pausa esperando por ti. Hay hijos por concebir cuando regreses. Cientos de cuentos con finales felices que quiero escribir para ti y tanto amor por entregarte como tiempo sin ti he vivido.

 

Volvamos a encontrarnos, a conocernos y a enamorarnos. Hagamos borrón y cuenta nueva e imaginemos, que este lapsus, nunca existió.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.