Sé que me viste, desde la distancia más ínfima en un
universo condensado entre nosotros dos. Al alcance de dos pasos y una vida en
suspenso. Tras tantos años de espera para que nuestros pasos se volvieran a
topar, pero la suerte es mezquina e hizo que desde mi auto viera pasar el tuyo, por el
camino que millones de veces transitamos los dos y que en secreto, sigo
recorriendo por si los azares, quizás,
en algún momento, nos vuelven a juntar. La suerte es mezquina…
Sé qué me viste, por esa indiferencia barata que corroe lo
que alguna vez pudimos ser y que alcancé a percibir en tus ojos magnéticos, que
pese a todo, escapan a los míos, por temor a que los años pasados vuelvan a la
vida, tras dejarlos bien enterrados, quemados y olvidados. Sé de tus
miedos a cerca de desatar viejas pasiones que luchan por mantenerse
pendientes del tiempo. Yo también tengo miedo.
Sé que me viste porque te conozco con certeza de lo absoluto,
tanto como para apostar la vida a que más de una vez mi imagen pasa por tu
cabeza, despertando dragones dormidos con mi nombre grabado en el pecho, y que
así mismo es la amalgama de todo lo que pudiste tener y lo que nunca fue tuyo. Tan
al alcance y tan distante Siempre contigo, pero nunca para ti...
Sé que me viste porque el mundo cambió; algo volvió a lo
conocido, como si nunca se hubiera dejado el hogar, el olor a tierra mojada y
las conversaciones de pájaros negros volando sobre una cama vacía. Todo eso
reducido a un segundo, a un par de metros, a la posibilidad de todo y con los
miedos por nada. Todo convertido en
vacío. Todo hecho trizas. Todo acabado. Todo en la encrucijada entre tu casa y
la mía.
Sé que me viste, porque nosotros, todavía estamos en
suspenso.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER