Esto ya no es normal y las canciones no ayudan a mejorar la situación,
mucho menos si entre líneas me susurran tu nombre tierno y cuentan entre bromas
las coincidencias fortuitas con un destino que vine a buscarme pronto para
conducirme directo a la perdición de tus labios.
Lejos de ser sano, la sapiencia de la lejanía atosigante
camuflada en una mirada de esos ojos maravillosamente verdes, perturba mis sentidos ya casi absortos por
pensar todo el día en cómo hacer que un universo de posibilidades errantes que
se multiplican a la velocidad de mis deseos, conspire en mi favor, haciendo posible un tú, un yo, un aquí
condensado a besos de la mejor cosecha que poseo guardada como tesoro de Midas
para ti.
Y pese a todo, no encuentro la forma de acercarme,
demostrarte lo que comienzo a sentir y
que se me revela como vaticinios de noche y afloran en mis entrañas, las que creía
muertas, pero para ti, reviven y rebozan de lozanía cándida. Cómo hago para encerrarte en una habitación de
dos por dos sin puertas, ni escapes, menos luz y conmigo, sacar al mundo, al millón
de impedimentos que te ata a la indiferencia y a mi a un asiento en el tren que
va directo al vacío… cómo hacer para que todo lo que en sueños me cuentan las
hadas se convierta en verdad para mí y
poder invitarte a tomar un café en esas tazas que sabe Dios desde hace cuánto
tiempo nadie las usa, que te quedes y así comenzar a conocernos, tras siglos de
espera inquisidora que era rellenada con pieles prestadas, pero que no daban
calor, sino un abrigo lastimero a estos brazos que languidecen si no los vienes
a aprisionar luego entre los tuyos, a este corazón que palpita como loco cada
que ve tus ojos colisionar con los míos, entre otros de miles que siempre
sobran, a este cuerpo que grita que lo despojes de indumentaria y lo hagas
vibrar con el timbre de tu voz en mi oído.
Quiero que las coincidencias coincidan en hacernos coincidir
en una mera coincidencia tantas veces como sea necesario para que después no
las necesitemos nunca más, que lo que escribo para desahogarme de tanta
estupidez pensada, tramada y re planeada sea verdad en un futuro próximo (ojala
mañana), que hoy, a la mita de la noche te despiertes con mi nombre en tu boca
e inventes cualquier excusa para hablarme la próxima vez que me veas (porque sé
que de vez en cuando las ocupas) y no me dejes ir sin antes haber por lo menos,
haberme besado justo en el borde donde comienza el limite del bermellón. ¡Eso! ¡Claro! Que me sueñe en la misma
frecuencia en la que él sin permiso se cuela en mi letargo, o mejor aun, que
venga y lo comparta conmigo, así apaleamos la soledad que tanto mal le hace a
este pequeño corazón destrozado y al frio lo echamos a la calle, a dormir con
los perros… que vena, que sea mío porque sé que lo es, porque se me presentó en
sueños, porque sé que esos ojos buscan decirme algo más que “lucha Francisca”.
Sé que fuera de ser normal, tanta fantasía, tanto insomnio
mezclado con alcohol, no mejoran la situación, menos si le agrego el miedo a
que tiemble cuando oscurezca y él no esté (como ahora, por ejemplo). Así que
ven hombre desconocido cuyo nombre no es menester mencionar porque ya mi corazón
lo canta como himno de suplica a Cupido
y muy en el fondo, ese mismo corazón muy pronto sabe que latirá al son del
tuyo, mi querido.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER