lunes, 23 de octubre de 2017

DÉJAME DORMIR






No me dejen despertar. Que continúe el mundo sin mí.
¡Qué pasen los días y los años y mis ojos no se vuelvan a abrir!
¡Qué se vaya la vida, no me importa, pero déjenme dormir!
Porque todavía puedo sentir tu olor en mi cuello.


No me dejen despertar, porque te escucho reír,
Tras un halo de luz atravesando las cortinas
Y de pronto, estan tus ojos desnudándome con malicia,
Mientras tus manos contienen mi cintura.


Qué continúe el mundo sin mí, pues no le pertenezco.
Dejó de rotar al extinguirse tu voz.
Frío y desamparo lo invadieron. Yo perdí.
Fui esclava desde entonces: hambre y oscuridad.

Qué pasen los días y los años, que se arrugue mi piel,
Pero soñando que envejezco contigo, hasta dejar de respirar,
Los dos contra el mundo, como soliamos ser,
Tomados de la mano al perdernos en la noche.

Qué mis ojos no se vuelvan a abrir, si con eso te puedo besar.
Retroceder el reloj hasta el día que te tuve a solas,
Conquistar las aristas de tu hombría y el deseo,
Saciar por fin, la deprivación de la carne.

Qué se vaya la vida, para ir a buscarte entre quimeras,
Aquí no hay espacio para coincidir, el universo se expande a propósito
Y mi necesidad aumenta en exponencial cada segundo.
Me duele abrir los ojos. Esta realidad solitaria. Déjame morir.

Déjenme dormir, déjenme imaginar que nada ocurrió,
Que seguimos siendo jóvenes, terminando de crecer,
Descubriendo los albores del amor sin saber bien qué es,
Los dos con nuestro idioma secreto.

Porque todavía puedo sentir tu olor en mi cuello,
Porque todavía puedo ser, por una noche la luz que te le hace falta a tu vida,
Porque andas vagando en mis sueños siempre,
Porque yo todavía te amo.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

jueves, 12 de octubre de 2017

EL ALFA Y EL OMEGA





Niebla al pie de las montañas,
Una gota de lluvia que cayó en mi labio,
La ansiedad de tus manos
Y mi deseo en pausa.

Pólvora lanzada al aire en un suspiro,
Miles de puntos de ignición desplegados,
En el espacio ente tu mirada y la mía:
Cánticos susurrados por los muertos.

Un bamboleo inocente en el viento,
Con olores dulces del renacer de septiembre
Acarreando recuerdos olvidados,
Instando a la noche a dejarse caer.

Amenaza de tormenta en tu piel,
Premonición de terremotos al despertar,
Los sentidos de los videntes degenerándose,
Porque yo soy el Alfa y tú el Omega.

La comandancia de los mares ofrezco,
A cambio de invocarte hoy, en el zaguán,
Los misterios del porvenir desgranados
A quien traiga noticias tuyas pronto.

Universos se despliegan ante mis ojos,
Pero son ciegos para verte regresar,
Así como lo son para encontrarte entre las cartas
Barajadas en la mesa al preguntar por ti.
Atracción repulsiva para juntarnos en el mundo,
Malicia contenida por venganza,
Trayendo sufrimiento nacido del amor puro:
El dolor más grande que nadie ha sentido.

Niebla al pie de las montañas,
Una gota de lluvia que cayó en mi labio,
Cataclismos profesados al reencontrarnos,
Porque yo soy el Alfa y tú, el Omega.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.