jueves, 27 de octubre de 2022

LA BUENAVENTURA DE TUS DÍAS

 





Todos los días, vuelves a mí, de tantas formas que a veces, solo resta una palabra para que de un golpe tu presencia me tome por la cintura y nos pongamos a bailar entre la gente que nunca termina de estorbar.

Mis noches, en cambio mi amor, son tan vacías e infértiles, repletas de tundra y de arrepentimientos. Hay ocasiones en que Dios se compadece y me deja soñar contigo, luego de escuchar el desfilar de lágrimas antes de dormir, las negociaciones que hago con tal de una última coincidencia, o incluso, gritos ahogados de dolor con tu nombre al final. No quiero más, solo una tarde volver a verte y conversar contigo, o quizá, siendo más ambiciosa, una noche, para redimir el daño, el vacío y el paso estrepitoso del tiempo en nuestras pieles.  Cuando esto ocurre, soy tan feliz, aferrándome a la creencia idiota de que de alguna u otra forma, las vibraciones del universo me transmiten tu buenaventura.

Siglos de silencio, años de ausencia y la esperanza insolente de seguir esperando por si algún día decides regresar. ¿Dónde estás?

 

Estas tan lejos de mi alcance, que los acantilados se volvieron seductores otra vez.

Camino descalza por el filo de las rocas, cuando las olas están embravecidas, cada vez un poco más cerca del límite entre este mundo y el otro, sin miedo a no volver con tal de entregar mi vida como ofrenda a cambio de una visión del futuro y nada, no apareces mi amor, por ninguna parte ¿Quién me detendrá de caer?

 

Mi piel está enferma de anhelo.


Mi alma tremula por la falta de su par.

 

¿Qué dónde estoy? Donde siempre he estado, esperándote.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

 

 

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.