domingo, 21 de agosto de 2022

DELIRIO DE TI



El asedio de la rutina era una constante, encerrada en obligaciones y excusas baratas camufladas bajo la consigna de la perpetua falta de tiempo. 
Los días habían comenzado a cambiar de tono. El tónico era el frío y la oscuridad temprana, pero un temblor carroñero, en una noche inquieta, hizo revivir el recuerdo del único terremoto que había experimentado. A la mañana siguiente, el alba apareció antes, trajo sol y la promesa de una primavera adelantada con caricias de calor. Era un vaticinio. 

Así como cambia el clima, cambian las personas. 

Recibí un mensaje de alguien que pasó de ser un alumno a un amigo querido. Una reunión pequeña fue la invitación propuesta. 

Tras vivir la mayoría de mi vida en esta ciudad, aún había lugares desconocidos. Esta fue una ocasión para descubrir los límites de lo familiar. 

Conversé con mucha gente, reí, canté, bailé, fui feliz, pero el frío glaciar volvió a reclamar poderío. El aliento empezó a condensarse dibujando caminos hacia las estrellas para llevar mensajes de añoranza. 

Me alejé del ruido un momento para conversar con aquellos que hace mucho se fueron a conquistar La Cuidad de Plata. Tuve calma en el corazón. Sin embargo, al regresar a la gente, entre los rostros de extraños, juro haber visto el tuyo, amor mío. 

Había pasado tanto tiempo sin que me atormentara tu recuerdo que casi, pensé que este lazo, a veces maldito, se había diluido en el olvido mutuo. Pero no. 

Era algo tan imposible tu presencia en ese lugar, como lo es que algún día leas esto. 

Miré varias veces y en todas, tú. ¡Eras tú! Hasta que aquel impostor giraba el rostro dejando ver el suyo real: si la cara giraba a la derecha eras tú, pero ya al volver al neutro, te desvanecías. La ilusión de un oasis en este desierto perpetuo donde estoy desde hace eones. 

Soy capaz de notar cambios sutiles en el ambiente, y descubrí que ese es el secreto de mi habilidad misteriosa para anticipar catástrofes (por buscarle una razón).

El mundo dejó de comportarse como siempre después de aquel temblor. Probablemente, sea un anticipo de algo peor y que te haya visto una vez más, aunque sea bajo el camuflaje de un delirio, es otra de estas señales imperceptibles a un ojo no habituado a las señales de los muertos. 


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 
© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.