Han pasado tantos años que me pregunto si no habrá sido un error el habernos separado. Se agotaron las coincidencias que nos hacían coincidir y el universo se extrapoló en dos si de juntarnos se trata. ¿Por qué las noticias tuyas entraron en sequía?
Esta
vez soy solo yo, sin boato ni opalescencia, sin todos los caminos pedregosos
que antes debiste transitar para llegar hasta mí. Vuelve aunque sea para
decirme “adiós”, pues es cruel dejarme en suspenso la vida.
Vuelve
y agita los mares de racionalidad que me atan a esta cordura y con eso a la
cobardía. Lancémonos al vacío y si hemos
de morir que sea de felicidad: uno al lado del otro, beso contra beso, mi todo
por tu todo, mis noches por tus días y mis días con tal de verte regresar,
porque un romance tan inmenso que escapó a nuestra juventud, como si fuese
herencia de una vida previa, reapareció en esta, clavándose hondo en el medio
de los dos y que en el momento mismo en que nos vimos, reconocimos un amor sin
envejecer… Mi amor sigue sin envejecer…Por eso vuelve, porque ahora sé cómo
reparar los holocaustos artificiales que inundaron tus ojos, por la sapiencia
irascible de mi completa ignorancia, si de entender los mensajes ocultos que me
enviabas entre poemas prestados se trataba.
Puedo ofrecerte un futuro nunca más incierto y recoger del pasado lo
mejor que vivimos hasta llegar a hoy, para bailar una canción, sin errores, sin
espera, sin más preámbulos que nosotros dos, hasta la doceava campanada de
media noche, cuando los horizontes se vuelven alcanzables y las noches se
alargan a voluntad. Puedo entregarte ríos circulares donde enmendar lo
remediable y huracanes de lascivia que
se doblegan por ti.
Han
pasado tantos años que el tiempo se dividió: cuando era fácil respirar y mis
manos tenían un lugar al cual pertenecer y las noches se iban entre
conversaciones irracionales sobre un futuro venidero. Y después, cuando
aparecieron los miedos cargados de vaticinios de un final, y mis manos comenzaron a pendular en el aire
sin que las tuyas fueran al rescate. Cuando
la escarcha cubrió el mundo y dolió respirar. Cuando ese futuro que
pareció tan distante como inexistente, llegó
sin ti.
Aquí
las horas transcurren lentas desde que tu sombra desapareció tras doblar la
calle trayendo todo el peso de tu ausencia por compañía ¿Piensas en mí? ¿Sigue
habiendo luz en tu mirada? Entonces, por qué no has vuelto y me dejas demostrar
mi devoción por ti. Vuelve de regreso a Penélope que todavía espera ver señales
en el horizonte de su Odiseo, pensando que continúa recordando el camino de
regreso a casa. Aún estoy aquí,
perpetua, esperándote en medio de la vida y ya sin fuerzas, porque nunca antes
un corazón roto dolió tanto, por saberte a dos cuadras y un suspiro de
distancia y sin embargo, sin poder avanzar un paso, paralizada de miedo al
creer que el final de todo apareció anticipado y me quedaré amando sola. Si me
conoces ¿Por qué no has vuelto? Entendí que no era el mundo lo que necesitaba,
sino solo a ti, alejado del mundo y ahogado en mis brazos.
Para
ti mi vida, por ti, mis rezos, a propósito de tu nombre, lo que me queda de fe,
mi último suspiro por un latir tuyo, mi
mundo a cambio de la salvaguarda de tus brazos, alguna noticia tuya por lo que
me resta de cabales y si decides volver, para siempre, prometo amarte.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
No hay comentarios.:
Publicar un comentario