miércoles, 2 de noviembre de 2016

YO TE ESPERO



Arriba a mis sueños, yo te espero. 

Disipa la bruma levantada en las mañanas cuando el mar llora la pérdida del cielo y  muéstrame la gracia de tus ojos magníficos al despertar. 

Cántame despacio, pero al oído para que se acurruquen mis anhelos junto a tus ganas, contándome entre suspiros los pesares en tu pecho por tanto tiempo ajeno al mío. No desesperes, pues todo pronto cobrará sentido. Te lo prometo. 

Ven y llena el espacio vacío en mis brazos suspensivos, expulsando al entumecimiento a las lejanías olvidadas de la mano de Dios. 
En un comienzo las disestecias con sus cosquillas, entretienen y hasta son placenteras, pero de golpe, aparece la laceración dolorosa de miles de agujas clavando las profundidades de la piel repleta de ausencias...Ausencias...
Ausencia es lo que hay en esas miradas azarosas que me lanzas de vez en cuando, sin percatarme de tu presencia al alcance (¡Blasfemia! Siempre sé cuando estás, pese a no verte.)  Me duele tu nombre y pronunciarlo sólo para recordar su retumbancia, como obligándome a no olvidar. 


Arriba a mis sueños, yo te espero. 


Llévate la oscuridad oculta a plena vista cuando el sol muere una vez más y pon en cambio, luz al sonreírme, para siempre en las mañanas y en las noches para espantarme los demonios voluntariosos en rondar por esta casa, a sabiendas que no son bienvenidos. Sonríeme para aprender a vivir.

Abrázame cuando tengas miedo. Abrázame cuando seas valiente. Abrázame al extrañarme y cuando ya no quieras verme. No dejes de abrazarme, ni siquiera cuando te lo pido. Permite enraizarme contigo, formar cimientos bajo tu amparo albergando ilusiones menesterosas de confesión, suplicantes de conocer lo que me pasa cada que te veo.  

Déjame ser vulnerable. 
Ya no quiero comandar al mundo, sino permanecer acurrucada en tus labios,  hasta adormecerme después de safisfacer la cuota de besos del día. Ese será mi nuevo mundo por conquistar.
 Ya no quiero ser fuerte. Cuesta mucho serlo (aparentarlo) y llevo demasiado tiempo en lo mismo. Siempre a  la defensiva por si algo decidiera cambiar, por si decidieras volver y yo haya bajado los brazos... Tal vez, no tienes intenciones de saber de estos huesos roídos de libertadad y yo como imbécil, creyendo que cualquier día regresarás a mí ...  

Ya no quiero ser estoica y  déjame descansar en el lugar más mezquino de las probabilidades: En algún recodo de tu corazón.

Arriba a mis sueños, yo te espero. 


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

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