miércoles, 23 de diciembre de 2009

¡QUÉ SEAN LAS DIEZ Y MEDIA!





¡Qué sean las diez y media por favor!
Que las ansias me destruyen por segundo
Y el reloj no avanza, deteniendo el resplandor
De mi deseo entre vivo y moribundo.

¡Corre minutero, deja atrás a la madrugada!
Corre y tráelo contigo, que necesito verlo,
Besarlo, y seguir estando a conciencia embelesada
Y poder, entre mis lánguidos brazos, tenerlo.

¡Qué sean las diez y media! ¡Oh Dios!
Agota mi agonía completa y desquiciada
Que me retiene aquí, separando a este corazón en dos,
Y entre problemas de matemática crueles, enclaustrada.

Que se extingan las barreras de paredes y vidrios viejos,
Que se acabe la estúpida clase y continúe mi vida,
Que ya no aguanto, de verdad no aguanto, que esté lejos,
Justo hoy cuando parece haber sanado la herida.

¡Qué sean las diez y media y suene frenética la campana!
Para que mi pupila vea su imagen afuera parado.
¡Qué se congele el tiempo y jubile la mañana!
Pero no, el reloj sigue estancado.

¡Qué sean las diez y media para verla salir!
Piensa él, con frío y fuma algo de tabaco,
¡Qué sean las diez y media  y no tener que morir
Al no escuchar el sonido melodioso de sus tacos!

¡Qué sean las diez y media! ¡Atiendan luces del cielo!
Y manden respuesta a los problemas numéricos,
Que tiene que saber, como sea, que la quiero,
O llévense pronto mis sueños cadavéricos.

¡Qué sean las diez y media que ya se me acaba el cigarrillo!
Y Cronos se burla de mí por estar parado como idiota,
Aunque no le pongo atención y hurgo entre los cerillos
La esperanza de que el tiempo se agota.





¡Qué sean las diez y media! Sólo eso y no es mucho, pido
Que los engranajes giren y giren y vuelvan a girar,
Hasta el colmo insostenible de un mero silbido
Que ahogue mis oídos y que ella me pueda mirar.

“Ya son las diez y media” pensaron a dúo,
Y no saben si salir, entrar, quedarse simplemente donde están,
Si aguantar las ganas de decir “te quiero” o “cómo actúo”
Si están listos para empezarse a amar.

Y sale ella y entra él, se abrazan, se besan,
Se adoran como desde hace tantos años pasados,
Y se encuentran rehenes, torpes presos

De las garras de un cariño que los tiene condenados.

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

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