Fascinante, simplemente fascinante como logras adueñarte de
mi pedazo a pedazo estando tan lejos y seguramente en brazos de otra. Vienes y
tomas lo que quieres: sueños, pensamientos, palabras, deseos, suspiros extasiados
en lujuria que nunca sentí, sino hasta ahora.
Es fascinante todo lo que te envuelve, la vorágine radical
de belleza y perdición que de apoco consume mi cordura, siéndome caer en un
charco de pecado tan inocuo como pueden ser tu ojos: la combinación perfecta
entre salvación y condena, la luz y la sombra, el cuerpo y el alma…
No quiero redención, por primera vez en los siglos que
respiro, quiero arder como un leño seco que yace en las llamas de un bracero,
pero contigo, hombre de ojos de candiles, espejos con cuchillos que delataran tus afanes al verme aparecer tras
las puertas de un salón, solo para ti.
Fascinante es la forma en que me han mostrado el futuro los
dioses cuando estaba en letargo: una taza de café en cálices olvidados, un abrazo
en medio del caos, un trago y la
interrogante del lugar ¿tu casa o la mía? ¿Qué vendrá luego? ¿La muerte en tus brazos ahogad de placer?...
Es absolutamente fascinante el hecho de pensar que sin
dirigirme una palabra que alentara mis fantasías, al mero contacto de tu mano
sobre mi hombro deshicieras mi piel como si fuera ficticia y descubrí que soy
tuya en cuerpo, mente, perversión y beneficencia. Eres dueño de lo que posea, así
que ven y tómame como ofrenda, sacia la sed de los dioses con mi sangre y luego
conviérteme en tu esclava que dejaras exangüe por las noches y placida en as
mañanas al despertar anclada al pecho donde palpita tu corazón, mi amor, que ya
para entonces, latirá al son de mi nombre.
Termina de fascinarme cubriéndome en pétalos de rosas, besos
clandestinos aparados en las tinieblas, caricias desmesuradas, pero propicias
para nosotros, que tanto las requerimos. Besame hasta el final de los años, de
principio a fin, hasta que se fusionen
nuestros labios y ya no sepan vivir sin probar el caramelo que se escapa de tu
boca o de la mía. Calma las pasiones que se alzan embusteras cuando estoy de
viaje con Morfeo y que de madrugad se extinguen como un Fénix, y como aquel, renacerán
de sus cenizas la noche siguiente.
Fascíname y convierte esta cordura en desquicio la sea en abundancia
y mis deseos en romance. Te pido, sin decir nada, que me adores y hagas que se
cumplan las profecías, que ya en mi mesa te espera tu taza de café.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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