lunes, 28 de mayo de 2018

EL AMOR



Hice el amor contigo, camino al trabajo esta mañana.
Hice el amor contigo, como dos jóvenes descubriendo los albores del placer, más torpes que entendidos, más a tientas que concretos, incoercibles como buscando guía antes de morir prisioneros del vacío.  

Hice el amor contigo como si fuera la primera vez… temerosos y enardecidos, furiosos y cobardes, justo en el limbo entre avanzar o retroceder.
Hice contigo lo que no en aquel departamento de diez y siete metros cuadrados, con una única ventana sigilosa y una planta suicida colgando, en un piso 14, perdido entre las oleadas de gente flotante en el centro, una tarde a mediados de marzo, tantos años atrás, cuando a ti, aún no te entregaban el tuyo y pasabas por si acaso, te podías quedar en el sillón… En ese entonces, siempre te dije que sí… Nunca entendiste el entrelineas de tanta amabilidad.
Sentí tus dedos despertándome las ganas muertas tras tanto tiempo dejados en el olvido, inmiscuyéndose en rincones prohibidos por la decencia. Sentí tu calor en mis manos, como un golpe de vida condensándose en el temblor de mis actos y lo errático de tu corazón de un momento a otro. 
Te necesitaba. Necesitaba de ti el agotamiento del hambre, la saciedad del instinto y la resurrección de la carne. 

Hice el amor contigo un par de veces antes de dormir. Me invadió de pronto tu esencia envejecida,  aunque tan vivaz que el tiempo se hubo desdoblado: hoy, ayer y mañana comenzaron a fundirse como nosotros en un abrazo sin extinción. 
 Te convertiste en mi todo: Mis ganas de ver un nuevo amanecer justo cuando la muerte bamboleaba un brazo a la distancia invitándome a seguirla sin pedirle explicaciones; en la fuerza robada cada que se consumía el espíritu y la humanidad en mí desaparecía titilante, luego de hacer cotidiano el dolor y la miseria; el calor en mis venas ya congeladas en la eterna posteridad de una vida en suspenso. 
Volviste a ser aquel que me resguardaba del demonio habitante en mi interior, de ese por el cual no respondo cuando lo hieren y que cobra factura con la felicidad ajena hurtada de un zarpazo. 
Hubo paz, silencio y amnistía...
Hubo fulgor, ansias y juventud...
Hubo una historia de amor escrita en páginas amarillas...
¡Hice el amor contigo tantas veces! que casi se sintió real... que casi se me olvidó tu ausencia... que casi no llore en la noche tras recordar que todo es mentira.... 

ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

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