miércoles, 5 de agosto de 2020

AÚN NO TE DAS CUENTA.



 ¿Cómo es que no te das cuenta de nada? De la cronicidad paupérrima de esta obsesión por ti, de lo angustiante que es recordarte entre olvidos intermitentes y mantenerte próximo… carcomiéndome el alma, destruyéndome desde adentro. 

¿Cómo puedes hacer caso omiso a todos los actos desmedidos de locura desplegados ante tus ojos, con tal de que me mires? Estoy aquí, parada en el frío, descalza y desnuda, con la piel flagelada suplicante de remiendo, agonizando por ti, desatando mis amarras antes de morir.  Este es el réquiem de un loco. Cuando el amor ataca, no queda nada salvo miseria.

Estoy estancada, viviendo taciturna en un abrazo dilatado en el tiempo, emborrachándome de un perfume casi imperceptible oculto detrás de los miasmas desprendidos del ajetreo diario. Ahí estoy, quieta, aguantando la respiración, temerosa de soltarte y que me sueltes, despiadado.

El mundo se detuvo alargando las noches e invocando al frío para que habite entre mis sábanas, cuando la carne anhela su reverbero en tus brazos. Hay tanto y tan poco. ¿Alguna vez tus hombros soportaron mi cabeza? ¿Alguna vez fuiste real? Los límites comienzan a transmutarse, cuando ya las semanas se cuentan por montones y los meses pasan desapercibidos, sin rastros de traer libertad otra vez. Tengo los pies atados y una necesidad in crescendo de correr. Tengo las manos mutiladas, mientras me ahogo sin poder nadar. No puedo respirar. 

¿Aún no te das cuenta? Los días avanzan peligrosos hacia su término, mientras la ansiedad comienza a subir cual espuma con el reventar de las olas, deambulo por pasajes donde no hay luz, ni estrellas, ni nada: oscuridad profunda y malhumor. El silencio corrompe a cualquiera cuando se le somete por la fuerza. En silencio es cuando la cordura tambalea y se hace pedazos. En el silencio es cuando más te extraño, sin embargo, aún no te das cuenta.

Han pasado siglos desde la última vez que la calidez llegó a mi piel.

Siglos de desesperación.

Eones de angustia.

Y aún no te das cuenta.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

 


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© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.