El suelo resquebrajado, agonizante, libera al aire su olor inconfundible, y al mismo tiempo, recuerdos de tiempos mejores reaparecen campantes, como una tarde sin fecha clara, pero extinta tantas eras atrás, donde el calor de una mano podía aliviar el dolor de un corazón roto. De entre la bruma, aparece la salvación.
El frío escarcha hasta donde el ojo tiene alcance, menos a este presentimiento delirante de una nueva oportunidad.
El mundo sabe sanarse solo.
El agua lo limpia todo y reinicia la vida. Quizá por eso, hoy volví a ver tus ojos en mis sueños.
EL VENDAVAL.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.
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