La vida es muy corta: Demasiado.
Se sopesan las causas cuando, atragantándose con el quebranto,
es preciso mirar a los ojos a alguien para decirle que su vida tiene fecha de
caducidad anticipada, que no verá el correr de los años, que sus heridas no las
curará el tiempo, que los días serán precarios y desde ahora, contados. ¿Quién
soy yo para decir algo así? ¿Por qué Dios delega esa responsabilidad? Es mejor
morir por azar, sin conciencia de que cada suspiro es uno menos… y yo, que
gasto mis días suplicando en que sea uno más, para que sea uno menos…
postergando siempre, por un objetivo mayor. ¿Y ella? ¿A la que le acabo de
decir que seis meses son muchos? ¡Ella suplica para que un día más sea un día más!
¡Un día más por el amor de Dios! ¿¡Qué es un día!? Para muchos, un día no es nada. Para ella, lo
es todo. Ella no cumplirá 34 años…
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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