jueves, 29 de diciembre de 2016

CLAUSURA.





Hasta ahora no lo supe. Nunca me quisiste.

No estuviste cuando atacaron los demonios, ni cuando hubo miedo de volver la vista al saberme sola en casa pero con la sensación de una respiración helándome el tuétano.

No estuviste cuando se desató la tormenta dentro de la cocina porque ya no aguanté más el peso de la coartada sobre una vida perfecta, ni la vivencia de los sueños cumplidos. Ahí supe que los sueños, cuando se cumplen, se transforman en pesadillas a la primera que pueden. No me recogiste del suelo después de que flaquearon las piernas.

No estuviste cuando te llamé a gritos sordos tras no soportar el dolor acarreado por la ausencia de tu figura paseándose en las noches...Te llamé...Te escribí...Te busqué... Necesitaba recuperar piezas de un pasado donde fui feliz, algo conocido para empezar de nuevo, tus brazos para calmar el llanto y no estuviste. Fui más fuerte después de eso.

No estuviste cuando no quedó nada, ni siquiera la voluntad, ni los buitres esperando carroña, ni las risas perennes asoleándose en verano, ni mis eternas oraciones para encontrar paz. Hasta Dios se había ido, y yo mantenía esta ilusión masoquista de que me vinieras a rescatar. Aún quedan secuelas de esos tiempos, sobre todo esquirlas arrojadas al aire luego de ver a los universos colapsar por ser tan infinitos que en su infinidad encontraron la perdición (Como... ¿nosotros?). Hay veces, cuando salgo a caminar, siento correr un hilo helado por el pecho, entonces sé que las heridas no han sanado y son más y más profundas de lo imaginado en un principio... Todas con tu nombre.


No estuviste en mis alegrías, ni en mis éxitos ni cuando el mundo volvió a ser hermoso. No estuviste cuando se llenó de profecías el porvenir y las centauros corrían libres por los pastizales.
Te perdiste la magia y los misterios, los secretos del viento y las amenazas del mar, los revoloteos de los colibrís a media noche y los susurros de las ondinas al perderse en la bruma, todo porque no estuviste.

No estuviste conmigo y nunca te marchaste de aquí. ¿Te imaginas lo que es soportar el desgarro de las carnes y el ardor de las brasas quemando la piel, cada que algo se llegaba a parecer a ti? ¿Cada músculo contracturarse sin responder? ¿Cada exhalación cargada de sulfuro? ¿Cada grito contenido? No tienes idea. 
¿Sabes lo desquiciada que hay que estar para convencerse de que cada que alguien preguntaba por ti, se debía a una perturbación en el equilibrio nacida de cualquier onda expansiva entre tu pensamiento y el mío?  ¿Buscarle explicaciones (y que cuadrasen) al giro del mundo? … ¿Cuántas telenovelas existen? Acotémoslas a temas bíblicos (porque turcas, hay millones)…  Y que de todas, tenía que ser Sansón y Dalila… ¿Coincidencia? ¿Perturbaciones? ¿Azar? ¡No! ¡Locura en su máximo esplendor!
No estuviste el 2016… tal vez haya sido producto de “la maldición del 2016”… ¡Año de mierda! Y yo que le tenía fe.


No estuviste y persisto con el afán de verte regresar ¿Por qué? Desparrame intelectual, demencia, descerebración, deprivación, clausura de albedrío, claudicación de inteligencia, Donald Trump.


ESCRITO  POR: FRANCISCA KITTSTEINER 



martes, 20 de diciembre de 2016

RENACER




Cuando acabe este día, sé que todo estará mejor… Se habrá ido un año de llantos encapsulados y confinados a pudrirse dentro de este pecho que no contará nada, aunque esté bajo tortura, que será mártir por su orgullo y se atragantará con la carroña de lo que es imperante gritar cuando no se tiene la voz para hacerlo. Se habrá acabado la lucha constante conmigo misma, brillará el sol que desde hace años está vetado y desaparecerá la falsa sonrisa que esconde mi ánimo a medio consumir.

Cuando acabe este día, cual fénix de sus cenizas, he de renacer, veré dónde fue que tropecé, para volver a hacerlo cuantas veces sea necesario hasta que aprenda a no confabular contra la destrucción de mi felicidad. He de caer hasta que sangren mis rodillas, porque quiero caer, quiero aprender de mis golpes y no de los ajenos, enceguecerme con lo que persigo hasta conquistar al enemigo y poner mi bandera de victoria sobre su tumba. He de sonreír…

Cuando acabe este día, empezará la gala de buenaventuras que se han acumulado sin que las pueda cobrar porque no había tiempo, no había ganas, no había quién las pudiera gozar.
Confieso que me perdí, no sé en qué vuelta caprichosa del camino, pero mañana iré a buscar dónde fue y porqué. Quizás con qué me encuentre en el viaje. Quizás como me voy a encontrar.

Mañana, comenzaré a escribir mejor.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER 

sábado, 17 de diciembre de 2016

EL DESPRECIO





Tengo que confesar que peco de despistada.
Por despistada, perdí la carrera.
Por despistada, tarde abrí los ojos.
Por despistada, no te reconocí.
Por despistada, cambió la fortuna.

Era tarde en la noche para el mundo entero, y un amanecer nuevo de posibilidades para mis ilusiones. Caminaba con el corazón rebosando de esperanzas, convencida de encontrarle descanso pronto a la algarabía predicha hace tanto y sin caudal.

La cabeza torturaba con sus dolores inoportunos, como queriendo alegar por no poder escapar del encierro confinado, pero, qué importa, la aprendí a ignorar... "Seguro es hambre" Pensé justo cuando recordé que no había almorzado (Ni desayunado y ya eran las 7 pm) porque no hubo espacio para hacerlo. Hay que acabar con todo antes que el año acabe con nosotros.

- ¿No tienes un Paracetamol? Me duele la cabeza - Pregunté por única vez.
- No negra. Bajemos y vamos a comprar si quieres. Aquí, a la vuelta hay una farmacia.
- ¡Con 36 grados a la sombra! ¡Estás loco! Tiene que ser el calor. Se me ocurrió venir caminando. Ya va a pasar.
- ¿Segura?
-Segurísima.


El resto de la tarde transcurrió entre historias pasadas por alto desde la última vez que vi a mi viejo y querido (aunque insoportable y aburrido) amigo del Liceo. Increíble que después de tantos años, sigamos en contacto. Esta amistad se basa en "Si no me llama, significa que está bien".

Tenía el sueño acumulado durante toda la semana y la amenaza del trabajo asomándose en las cercanías de las horas continuas en su vaivén de oleadas de calor, se acrecentaba conforme aparecían más estrellas en el cielo.
Ni luces de lo que buscaba.

-Ya es tarde, Pedro. Me voy.
-¿¡Como!? ¡Quédate otro rato!
- Son las 9:30... - Le dije mientras me rellenaba la taza con agua hirviendo... Es la quinta taza de té que me ofrece.
- La última y te voy a dejar.
- Trato.

Pasó media hora más.

- ¿Y si bajamos a fumar? Bueno, tú fumas, yo te acompaño. -Propuso.
- Ok.

Dos cigarros más tarde, un montón de basura hablada y tras haber observado al universo moverse a 10.000 km/h, cientos de personas cruzar la plaza de enfrente sin detenerse, todavía ni rastros. Nada de nada. Tiempo perdido. 

- Ya Pedro, ahora sí, me tengo que ir.
- ¡No! ¡Quédate y hacemos una pijamada, como cuando estábamos en el Liceo!
- No puedo. Tengo que llegar a casa. Está la Amparito sola y mañana me toca trabajar en el consultorio.
- ¡Es un perro! ¡Ya! ¡Quédate aquí!
- No. Cuando salga de vacaciones, si quieres nos mandamos un maratón Netflix. Anda a dejarme. Todavía me pierdo. - Reí.

Habíamos caminado unos 10 metros desde la puerta de entrada del edificio y Pedro miró a la izquierda. En un acto reflejo, hice lo mismo y volví la vista al frente. "Vamos Pedro" dije al ver que se quedó quietoquieto en un paso. Y silencio por 20 metro más.

- ¿Era él verdad? -Me pregunta.
- No sé. Estoy sin lentes. No me pidas reconocer a mi madre a 20 metros si ando sin los lentes jajajajaja.
- Sí, era él.
- Bueno, será.
- ¡Tan expresiva!
- ¡Ah, si no lo vi! ¡Ni que fuera un desprecio! ¡No lo vi! Se acabó.

Llegamos al metro. Nos despedidos y quedamos en juntarnos otra vez, a penas terminara con mis pruebas. Me subí al vagón, pensando en que sí sólo hubiera tomado la séptima taza de té, o hubiera fumado un cigarro más, si no hubiera tenido que ir a trabajar al día siguiente, o si hubiera usado los lentes en vez de siempre apostar a la rudeza de un mundo con borrones, nos hubieramos hablado.

Me rindo.

Ya no sé qué más hacer (Y que resulte).

Tengo que confesar que peco de despistada.

Por despistada, volví la vista.
Por despistada, no seguí el juego.
Por despistada, tomé mal el metro.
Por despistada, me resigno.




ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER.

lunes, 12 de diciembre de 2016

DE CUANDO ME HABLARON DE TI



-        

             - ¿¡Te comprometiste!? – Dije casi gritándole al teléfono.
-          - ¡Sí! Son palabras mayores. ¿Quién lo hubiera pensado? ¡Me tienes que organizar la despedida! – No lo podía creer… Si ayer andábamos jugando a saltar la cuerda en el liceo.
-          - ¡Dios cómo pasan los años, pájara del mal!
-          - ¿Y tú? – Preguntó inquisitiva.
-          - ¿Yo qué? La familia bien, gracias. – Me reí.
-          - ¿Y…? ¡Ya cuenta! ¿Ya maduraron?  ¡Harían bonita pareja ustedes dos! ¡Son tan similares! ¡Los dos huevones más orgullosos que he conocido en la vida! - ¿Es una broma?
-          - Cabra…. Hace mil años que no nos hablamos… Estás al tanto ¿O ya se te olvidó?
-          - ¡Eso es amor tonta lesa! ¡A-M-O-R! - ¿Ok?... ¿Dónde están las cámaras? Gol de Chile. Le ganamos a Uruguay.
-          - ¿Qué acaba de pasar por tu cabeza, pájara? ¿Qué parte de “no nos hablamos hace mil años” no entendiste?
-          - ¿Qué parte de “eso es amor” no estas asumiendo, Franky? – Mátenme aquí mismo.

“Sillón… Atájame” Pensé… ¡Qué terrible! “Amparo, tráeme la pelota antes de que sigas destruyéndome los zapatos” Le dije a mi perro y cerré los ojos. Tengo sueño.
¡Suficiente! Mejor me voy a estudiar. Hay tanto por hacer ¡Y tan poco tiempo, por la cresta!
¿Dónde quedé anoche? ¡Ah sí! ¡Síndrome febril sin foco en menores a tres meses!”…Empecemos.
20 páginas adelante y la conversación volvió a martillar en mi entrecejo. ¿A raíz de qué dijo eso? ¡Concéntrate mujer!

Últimamente, muchas cosas han traído reminiscencias de aquel personaje. Un susurro polizón en el aire que se coló entre el tráfico del terminal de buses cuando volvía a la cuidad. Las facciones de un extraño comprando el diario en el mismo kiosco donde paso por los cigarros cada tarde desde hace cinco años. La letra de una canción en inglés enviada por mensaje de texto el día de la graduación, siglos atrás y que no había vuelto a oír desde entonces, hasta que, al pasar al supermercado, la escucho retumbando por los altoparlantes y ahora, estos disparates hablados con una amiga que no veo desde Noviembre pasado, en un funeral… Creo que voy a morir.

“¿Cuántos criterios había que cumplir para que fuera un paciente de bajo riesgo?” Me pregunté para ver si algo de lo leído había encontrado espacio donde almacenarse… “Todos” Punto para mí.

“¿Qué será de él? ¿Será feliz? ¡Y a mí qué! ¡Ay sí me importa! ¿Desde cuándo tan nostálgica?... La vida entera, Francisca. La vida entera.” Me había puesto a hablar sola mientras me preparaba una taza de café y mi perro, en un ataque de furia satánica, detenía las intenciones perversas de conquistar el mundo, que traía en mente, una hija de papel arrugada. 20 Páginas más.
Cabeceaba a medida que repetía estupideces sin sentido porque ya se me habían enredado los conceptos con los arabescos traídos desde el recuerdo de unos ojos cafés, dulces, tristes, sedientos. Y ahí me quedé, perdida en el páramo lleno de escombros, siguiendo un camino de margaritas en botón, porque la primavera abofeteaba con los sopores de sueños nuevos aglutinados de porvenir. Hay coincidencias rondando el ambiente, perturbando la atmosfera que se levanta en la capital un día de semana, cuando las luces se comienzan a apagar vaticinando la extinción de un día más para que sea un día menos.
Me voy a dormir. Debo levantarme en un par de horas. La rutina no perdona.
Las oraciones correspondientes para buscar algo de paz entre tanto ajetreo. “Buenas noches Amparo… Deja de morderme el pelo. ¡Me duele hija!”

Soñé con sus ojos. Hacía varios meses no se aparecían. Esa voz. ¿Cómo es posible que todavía la escuche sonar tan clara?... Esa voz… ¡Dios! ¿¡Por qué si estaba tranquila!? ¿¡Qué pretendes!?

Una bruma de fantasmas se arremetieron entre las cuatro paredes de la casa, bailando compases en la cocina mientras hervía el agua para hacer el desayuno. Un tango añejo los hacía despegarse del suelo, mostrándome dos siluetas raramente familiares, susurrándose secretos entre risas viciadas de cariño amargo. Se parecían a nosotros, por estas fechas.
El chillido del agua avisaba que estaba lista. Dos cucharadas de café, nada de azúcar y una hoja de menta en la taza, un par de deseos guardados en el corazón y la pregunta pertinente por tus huesos “¿Estarás bien?” ¡Ya, espabila! Tienes que ir a rendir examen. Tienes que concentrarte. DEBES concentrarte.

Y así pasó el día, con vaivenes de tu nombre, como si fuera una forma masoquista de generar dolor para mantenerse despierta.
Salí del examen y comencé a caminar.
Era de noche cuando caí en cuenta que estaba muy lejos de casa y debía volver. Quizás, al llegar, prepararía un Bitter, apagaría las luces para que brillaran las del árbol de Navidad, fumaría el protocolar cigarro antes de dormir y se restauraría el orden.
Volvía distraída, abstracta, ausente, como en piloto automático ¡Por la cresta que me afecta tu recuerdo! Y no sé si era producto del cansancio, alucinaciones si se prefiere, una aparición espectral, pero creo que te vi pasar…

Sin querer, sonreí.

“Eso es amor, tonta lesa”.



ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER  

domingo, 11 de diciembre de 2016

ILUMINACIÓN CAÓTICA DEL ESPACIO





Cuando se nubla el cielo y sólo se perciben unas cuantas estrellas a lo lejos, comienza el caos, pues no logro divisar en ellas el real sentido de mi existencia ni lo miles de acertijos que se tejen en sus formaciones azarosas y tengo miedo de lo que se avecina pronto. Tengo miedo. 


ESCRITO POR:  FRANCISCA KITTSTEINER

miércoles, 7 de diciembre de 2016

QUÉ PRETENDES




¿Cómo te atreves a hablarme cuando no pretendo ni oír mis pensamientos?
¿Por qué no me dejas disfrutar mi sufrimiento, resignarme y entregarme a la agonía?
¿Cuándo fue que te enteraste de mi vida y decidiste atacar con pasos lentos,
Derribando las barreras protectoras de un corazón que dolía?

¿Quién te ha contado de mis sueños donde apareces vestido con armadura dorada?
¿Qué intenciones traes en tus manos como ofrenda a mis temores?
¿Conquistarás territorios aislados desde que mis fuerzas perdieron morada
Dentro de los límites contradictorios de los fracasos en amores?

¿Quieres compartir una copa de nostalgia añejada en caravanas de decepción?
¿Bailar mientras los pies se elevan en arabescos de compases a destiempo?
¿Contar los granos de arena cuando le letargo nos toma de prisioneros por excepción?
¿Tal vez, recitar fantasías matizadas con el suicidio precoz de los ojos que contemplo?

¿Cuál es tu nombre? ¿Me dirás para titular el nuevo capítulo de mi vida tormentosa?
¿Tienes edad suficiente para renegar tu existencia y pagar la ofrenda a mis deseos?
¿Es esta otra de las trampas que me ha puesto la coincidencia azarosa?
¿Podría cambiar la espera ufana y desquiciada por tus besos de trofeos?

¿Dónde fue que quisiste tropezarte en mi camino por accidente al terminar calle?
¿Hay algo que quieras de mí y no tienes el coraje de pedirlo con boato?
¿Y si tienes ganas de probar mis labios, detendrás mi respiración antes que falle?
¿Serán conjeturas apresuradas que invento cuando ataca en insomnio barato?



ESCRITO POR : FRANCISCA KITTSTEINER 

sábado, 3 de diciembre de 2016

INSOMNIO.






1:01 am. 

No hay viento.

Cantan los grillos cerca de las líneas del tren llenas de polvo. Pronto pasará con la carga de la madrugada anunciando que es entrada la noche con su bocinazo tan característico, pero sigo embalsada con aquel arrullo que cuenta historias que aún no logro entender. 

Está oscuro y las estrellas brillan imponentes. ¡Es tan hermoso el mundo cuando se le quiere encontrar hermoso! 

No quiero irme a casa, aunque ya comencé a estorbar. 
Se me olvida que el universo gira de a pares y los parias, siempre estorbamos. Quizás sea esta suerte de rebelión a lo impuesto que me tiene aquí, en dominio ajeno, en una banqueta, con un cigarro a medio consumir y un vaso con agua cuyos hielos desaparecieron, observando sin querer interrumpir la magia que circunda a las personas que se aman. 

Estoy feliz por ella... Que mi amiga sea feliz, alegra la soledad. 

¡He actuado tantos oficios! Pero nunca el de violinista clandestino oculto en las sombras, haciendo de cuentas que estoy ausente de los susurros oídos a lo lejos. Tendré que fingir sorpresa cuando quiera contarme. El trabajo de amiga, nunca acaba.

Ladra un perro y otro se pasea por la calle quejándose porque no puede entrar a jugar con el que ladra... Insisto, el universo gira de a pares. 

Sonata de claro y luna suena en mi mente. Siempre me gustó por la melancolía que carga, algo así como el momento en que se baraja la opción entre continuar o poner fin a todo, respirar o decidir la asfixia, volver al cielo o arraigarse con ahínco a las grietas en la tierra. La ambivalencia en su máxima expresión. 

Tengo la sensación de que va a temblar... 

El eje del ciclo está mal. 

Todavía no pasa el tren con su carga. 

Siguen los grillos chillando a la distancia. 

Los perros de silenciaron. 

Mis ojos suplican cerrarse tras casi 40 horas sin dejar de parpadear. 

Cansancio físico  versus la algarabía de la juventud. 

La mierda brillando como oro. 

Comienza a hacerse notar el claveteo de pensamientos aglutinados desde hace tanto sin poder salir por falta de tiempo, y buscan pasar desapercibidos bajo un vano dolor de cabeza. He aguantado peores. Una jaqueca no me va a doblegar, si he traído agonizando el corazón por años. El dolor que no es dolor es lo que consume las fuerzas. Lo inexplicable. Lo fatuo. Lo tuyo. Eso duele. 

Dejó de sonar la música camuflada en los silencios y es evidente lo intrasendental de mi presencia aquí, sin embargo quiero darle un sentido a tanta idea suelta, sin encontrar ninguno. 

Desde la calle, me piden que toque un Réquiem.... Réquiem para una paria... Réquiem para la consonancia de un nombre en fuga...Réquiem para poder dormir en paz. 


Volvió llorando. 

No era la magia que circunda a las personas que se aman, era la muerte dictando sentencia. Le exigía dejara exangüe sus venas porque se le había acabado la cuota de amor... El trabajo de amiga nunca termina... El problema radica, ahora en qué bando elegir: La muerte o la amiga.

Acaba de pasar el tren con su bocinazo característico, una hora más tarde de lo habitual, y el mundo sigue siendo hermoso. Puede ser que mis ojos se hayan acostumbrado a ver cosas que no son, a reconocer a los espíritus chocarreros negros de cenizas y confundirlos con la dulzura residual del recuerdo de un primer beso. Todo depende del prisma ¿No? 
Es la relatividad haciendo de las suyas. 

- ¿Qué haces? - Me preguntan. 
- Escribo un poco. - Contesto. 
- ¿Con quién hablas Francisca?  -Te estás delatando, pensé.  
- ¡Ah con nadie! ¡Es la falta de sueño! 
- Si sigues así  no verás el 2017. 
- Gajes del oficio... Tranquila. ¡Ya! Me voy. Es tarde. Hablamos mañana. 


Los espíritus chocarreros también hablan...No todos los escuchan... Así como sigo sin entender la desesperación de los grillos, ni el porqué de esta extraña sensación pegajosa de esperanzas sin cuna...


"¿Nos vamos?" Dije al aire y partimos los tres: La Muerte, El Destino y yo.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER..
© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.