Habita
ese presentimiento canceroso de la posibilidad
Cada
que veo parpadear esos ojos fulgurosos,
Pues el mundo es muy grande para
reunirnos.
Pero sigue palpitando la esperanza,
Aferrada a la vida que nadie le ofreció,
Porque es muy pronto para arrancarla del
pecho,
Y demasiado tarde para su exilio de los
pensamientos.
Quiero dejar de creer, sin embargo, hay
milagros alrededor
¡No puede ser azar la creación de esos
ojos!
¡Tan divinos! ¡Tan perversos! ¡Tan terrenos!
Que cuando me ven, soy un náufrago en
medio de la tempestad.
Si ha de cambiar el destino, por favor que
venga conmigo,
Porque estoy dispuesta a renegar del
pasado si lo quiere,
Pese a que es ese pasado el que me trajo a
éste callejón sin salida
Donde sólo alumbra la majestuosidad de
esos candiles.
Lo sé, muy en el fondo, lo sé, amor mío,
Por eso espero a que arribe el alba y
conciba un día,
Porque mis esperanzas, cual fénix, se levantan
Al saber que con ello, inevitablemente, te
volveré a saludar.
Y si estoy tan segura, es que el diablo
sabe por viejo,
Que cuando el universo conspira, no hay
nada por hacer,
Y sé que conspira porque en tu sonrisa hay
algo
Que insta a mi instinto a permanecer
alerta.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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