Acababa de despertar cuando en el pecho sentí que algo no
estaba bien. Algo en el mundo había cambiado. La pregunta era ¿Qué?
Y así pasó el día, sin ninguna cosa peculiar y cuando ya
casi iba llegando a casa, cuando ya se puede respirar el hálito de la
seguridad, del café humeante y las pantuflas calentitas esperando, sucedió.
Parado buscando indicaciones para llegar donde suponía, mirando al cielo y riendo de
nada, con cara de perdido, estaba sin ser tocado por el tiempo.
Hace cientos de años que no había vuelto a ver esos ojos y
ahí estaba, entre Teatinos y Catedral.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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