lunes, 19 de enero de 2009

sonetos de tres días


Tres días y cinco horas de quietud
pensando y pensando, guardando la actitud actitud
de ilusiones cabizbajas,
tristes y melancólicas
que se asoman en las lágrimas
vertidas en las notas sinfónicas
de una composición irreal y fantástica
que comienzo a transformar en ambiciones plásticas,
haciendo uso de versos terrenales
que mezclan palabras al azar
formando dunas de arenales
en los prados destinados a cazar
los pensamientos en sinápsis
de un ermitaño convertido en zar.

Tres días y veinte horas de soledad absoluta,
sin nada más que hacer que vivir por vivir
tomando como excusa una palabra disoluta
de tanto pensarla y sin significado por el cual reír.
Ya no hay luz, se hace tarde, lejos y exterior
y los segundos corren aniquilados por el universo
imponente en el ocaso de un relámpago en fulgor
bebiendo vino añejo en compañía de un preso
que resulta ser yo, ser nadie, y ser clamor.
Empiezan a aparecer los primeros centellas
llamando a galanes dispuestos a entonar
un cántico romántico a los oídos de las doncellas
por las que mueren, viven y vuelen a resucitar.


Tres días y ya se cuenta uno más,
se ha desaparecido la sinestesia
para ya nunca volver a preguntar
por el dulce sonido de la ausencia
de retruécanos inmortales en un cantar
ni por los colores desprendidos de un sabor
fusionado con la delicadeza de textura del calor.
Pero se queda un momento, y alcanzo a diferenciar
lo meloso del grito, lo callado de lo agrio
y por sobretodo, y sin más contrariedad,
lo oscuro de lo áspero.
Retorna la actitud enterrada en la ciénaga,
los pensamientos desaparecen,
y se encienden la luz producto de una luciérnaga.


Tres días, uno más y un par de horas han pasado,
se detiene el tiempo, sin detenerse en realidad,
todo continúa como siempre, en un instante congelado
por la violación incestuosa de la penumbra con la claridad
de los insectos aventureros que revolotean a mi lado,
sin dejarme, un minuto, dormitar.
Séptimo verso del cuarto soneto y caigo en letargo,
soñando con el universo, el ermitaño, las sensaciones,
alejándome de lo cotidiano para sumergirme por un rato
en las híbridas aguas de los lagos infestados de ondinas e ilusiones,
tergiversando mis recuerdos con deseos frustrados,
agrupándolos en batallones de amargura que disparan las municiones
contra mi corazón, cuerpo, y cabeza taciturna,
conteniendo el llanto en una de cristal, urna.


ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER

1 comentario:

  1. un soneto es:

    dos cuartetos
    dos tercetos
    y bla bla xD esa cosa se la aprendí a la mabel ajajjaja

    ta genial, sigo diciendo que tienes un talento espectacular, sigue cultivándolo!

    besos!

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© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.