Llueve
y yo aquí pensando en él,
Llueve,
tengo sueño y el frío juega al escondite entre mis dedos,
Llueve
y en un bostezo he pronunciado su nombre otra vez,
Llueve
y se remueven de su tumba mis miedos.
Llueve
y el continuo caer de gotas hacen que de mi fluya sangre.
Ese
dolor añejo con gusto a vino dulce se amalgama en mi boca,
Y mis
entrañas se amotinan poniendo en el pecho, barreras de estambre,
Mientras,
para callar mi cabeza, sirvo otra copa.
Otra
copa que sigue lloviendo y él no está conmigo,
Invoco
a un par de cigarros y algo de fuego que está larga la espera.
Quizás
con quién anda que no llega mi amigo,
Quizás
qué es lo que lo tiene entretenido afuera.
Llueve
y nada más llueve y yo hecho raíces en este asiento roído
Y de a
poco aparecen las hojas que cuelgan de mis cabellos lacios,
Cayendo
frente a mí la manzana del pecado consumido,
Despertando
al instante, la seguidilla de mis vicios.
Vicios
triviales que comienzan con él y acaban en sus labios,
Con deseos
fulgurosos del éxtasis sediento de lasciva locura,
Instintos
asesinos desatados porque los demonios son sabios,
Contando
que el sexo, oscuridad procura.
Llueve
con olor a caramelo aglutinado de fantasías,
Depositándome
suave sobre un cochón y trayéndome de vuelta,
Sacándome
de encima las hojas, rociándome con supremas ambrosias,
Rodeada
por relojes que me gritan y marcan la cuenta.
Cuenta
del tiempo transcurrido y yo sin compañía.
Se me
acaban los cigarros, mientras el día sigue condenado
Y sorbo
licor de la copa ya medio vacía,
Rezando
al cielo para que conceda un milagro improvisado.
Llueve
y ya es tarde, estoy cansada y no ha llegado,
Lo
maldigo hasta el cansancio por las fuerzas invertidas
Al
quererlo tanto como ahora inconscientemente lo hago,
Pero
por el orgullo que me queda, juro mientras cierro esta partida
Que no
habrá excusa que valga a menos que esté muerto y enterrado.
Llueve
y me fui caminando por las calles ese día,
Con la
nariz roja por respirar aire congelado,
Mirando
en todas partes nada más que porquería,
Hasta
que me toma del brazo y se pone a caminar a mi lado.
Llueve y solo había llegado tarde.
Rancagua, 5 Mayo de 2010
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
No hay comentarios.:
Publicar un comentario