Vaivenes de fantasías asechan el letargo de mi lecho y no me dejan
descansar porque ponen ante mis ojos un banquete de romances con besos
siniestros y abrazos lascivos siendo yo, un vagabundo al que le prohibieron
comer.
Hay caricias en el aire que buscan a sus dueños enredándose entre la
soltura de mis caderas forradas al satén, mientras que dibujo cobras sensuales
con mi cabello oscuro y las desintegro una por una hasta formar un collar que
entregaré a quién sea capaz de traerme la cabeza de Cupido ante mis pies.
Soy la Penélope que no quiso esperar a Odiseo porque se aburrió, porque
se le estaba yendo la vida y no tenía con quién compartirla, porque ya se le
secaron los ojos de tanto llorar la tardanza de su enamorado, porque la
historia tenía que ser mejor.
Soy también, a veces, Hera, reclamando el amor infiel que le ha tocado,
sufriendo los desaires de los engaños, pero creyendo en la redención de los
pecadores. Soy la que carga con un peso que apenas puede soportar, pero que no
pide ayuda, porque es de ella de quién se trata y su orgullo barato no se lo
permite, mientras un dolor a pleno se aferra en mi garganta como la sapiencia
de una muerte venidera, porque ya no aguanto más. Tengo derecho a una historia
de amor y de lujuria. Tengo derecho a enamorar a mil galanes hasta arrastrarlos
a su tumba y en su lápida grabar mis iniciales. Tengo derecho a caerme y
levantarme sin dejar cicatrices ni llagas. Tengo derecho a burlar al destino
una vez más y a sacarle la lengua cuando decida pasar por mi lado, el muy
insolente.
Ahora, no soy más que una doncella en peligro a la espera del príncipe
que venga a rescatarla, la Cenicienta a medio camino del baile sin saber lo que
le aguarda tras las murallas del palacio.
Soy Francisca bailando un tango a media luz con un cigarro encendido y
siendo observada por una figura escondida entre las sombras…Soy un gato jugando
al ratón.
ESCRITO POR FRANCISCA KITTSTEINER
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